Luego de Veracruz 2014, ¿te digo qué se siente?
Ya
se había anunciado que la victoria sería difícil, porque los organizadores
tenían preparada su trampa para la delegación criolla. Incluso, no fueron pocos
los que dudaron del propósito de regresar a casa con el primer lugar por
países.
El
simple hecho de guerrear en patio ajeno, de llegar al campo de batalla con el
ejército más reducido que haya presentado Cuba en estas lides y con la
imposibilidad de luchar en todos los deportes convocados, invitaba a ser
cautelosos en los pronósticos.
Por
estos y otros motivos, el triunfo cubano tiene visos de proeza. Porque los mexicanos
superaban ampliamente en número a la delegación de la Mayor de las Antillas,
porque convocaron a muchas pruebas que no aparecen en el calendario olímpico
para aumentar sus opciones, al tiempo que faltaron otras -por déficit de competidores-
en las que los nuestros partían como favoritos, porque diseñaron un calendario
que les garantizaba el liderazgo durante casi todo el certamen, tal vez
pensando en el efecto psicológico que pudiera tener en sus rivales.
Pero
se trataba del interés de los organizadores, así que cualquier protesta era por
gusto. Esas fueron las reglas del juego en Veracruz. Y allí, contra viento y
marea, Cuba regresó al trono que le pertenece desde la edición celebrada en
Panamá, hace 44 años, y que había dejado vacante en dos ocasiones por razones
extradeportivas.
Hace
mucho más meritoria la labor de los atletas cubanos, la notable juventud de los
miembros de la delegación, la inmensa mayoría debutante en estas lides.
Tranquiliza saber que el relevo generacional puede estar garantizado, si se
trabaja con inteligencia.
Ahora
bien, regocijarse con tan ansiada y merecida victoria más de lo recomendable, puede
terminar siendo contraproducente, y ejemplos de estos peligros ya tenemos
bastantes.
Reconfortante,
por su trascendencia, fue el triunfo del béisbol, y más extraordinaria resultó
la hazaña de nuestros futbolistas, de quienes se seguirá hablando hasta una
nueva sorpresa, porque esta pudiera no ser la última.
Impresionantes
fueron las faenas de los casi invictos boxeadores, de las ciclistas en el
velódromo de Xalapa, de los remeros en la Laguna Mandinga, de los canoístas en
el río Tuxpan y también de los tiradores.
Los cuatro luchadores santiagueros ganaron sus respectivas divisiones |
Alentadores
fueron los resultados de la gimnasia artística (con gran protagonismo
santiaguero), y sobre todo del atletismo, pues del campo y de la pista emergió
la mayor cosecha de títulos, y la fuerza impulsora para la necesaria remontada
final.
Muy
disfrutado fue el éxito de nuestras baloncestistas y balonmanistas, pero igual
suerte no pudieron correr los varones, mientras que volvía a quedar en
evidencia que el camino de recomposición del voleibol parte desde la base,
desde recuperar el sitio en el entorno más cercano, porque en este y otros
deportes, hemos cedido terreno.
Un
capítulo aparte merecen los indómitos que nos representaron en Veracruz. Sus 82
preseas, repartidas en 29 de oro, 17 de plata y 36 de bronce, clasifican como
el segundo mejor aporte a nuestra “nave”, únicamente superada por La Habana.
Para que tengan una idea, si Santiago de Cuba hubiese participado de forma
independiente habría finalizado en la quinta plaza por naciones. ¡Casi nada!
Cuba
ganó la versión XXII de los Juegos Centroamericanos y del Caribe con justicia. Pero
la próxima cita, pactada para la ciudad colombiana de Barranquilla dentro de
cuatro años, será otra batalla, tal vez más cruenta, quizá con más obstáculos a
los que sobreponerse.
No
se trata de pesimismo. De todo lo sucedido en Veracruz hay que sacar lecciones
y atender las necesarias alertas. Allí, la reconfiguración del medallero, ya
con todos los actores sobre el escenario, se hizo más notable que nunca. Es
evidente que ningún certamen se parece a otro, pero la ventaja de más de 30
cetros que sacamos a México en Cartagena de Indias en 2006 se redujo solo a
ocho en esta ocasión.
Otras
naciones, como Colombia y Venezuela, mostraron una vez más su sostenido
crecimiento, mientras que delegaciones como República Dominicana, Puerto Rico y
Guatemala añadieron mucho brillo a la confrontación.
Por
todo esto, hago justicia al titular de este trabajo y les digo qué se siente.
Se
siente orgullo de lo hecho por nuestros deportistas, se siente honor por ser
representados por estos hombres y mujeres y se siente la responsabilidad de concentrarnos
en todo lo que se debe mejorar para que sigan siendo nuestros campeones.
Comentarios
Publicar un comentario