Una avispa suelta en Atlanta
Héctor Olivera puede ser la nueve estrella cubana en la MLB. Foto: opiniondeportiva.es |
Aroldis Chapman, Yoenis
Céspedes, Yasiel Puig, José Fernández, José Abreu y así, cada año, irrumpe en
el firmamento de las Grandes Ligas una nueva estrella cubana.
Los equipos de la Gran
Carpa apuestan en grande, a veces hasta más de la cuenta (recordemos el caso de
Yasmani Tomás), con tal de descubrir a la próxima figura de primer nivel salida
de la Mayor de las Antillas.
A veces las cosas salen
bien y los dividendos de esa nueva sensación terminan por ser baratos, como con
“Pito” Abreu, convertido en uno de los mejores bateadores de la actualidad. ¿Quién,
entonces, será la nueva estrella cubana en el 2016? La respuesta podría estar
en los Bravos de Atlanta, específicamente en el santiaguero Héctor Olivera.
Firmado como agente
libre por Los Ángeles Dodgers con un contrato de seis temporadas y 62,5
millones de dólares, Olivera fue transferido a los Bravos a mitad de la pasada
campaña y aunque jugó en 24 partidos, su elegibilidad como novato se mantiene
intacta.
En 79 turnos al bate
conectó 20 imparables, cuatro de ellos dobles, un triple y par de jonrones, con
11 carreras impulsadas y average ofensivo de 253.
Habitual defensor de la
segunda base, Atlanta decidió utilizarlo en el jardín izquierdo y con esa
finalidad se desempeñó en la Liga Invernal de Puerto Rico con los Criollos de Caguas,
donde dejó promedio de 400 (20-8) en cinco encuentros.
Olivera jugó 10
campañas con las Avispas de Santiago de Cuba, donde bateó para 323, con 1 020
hits, 185 dobles, 105 cuadrangulares y 433 carreras remolcadas.
Próximo a cumplir 31
años, el muchacho –literalmente- la ha roto en la pretemporada, donde marcha
octavo entre todos los bateadores (de 58-24 / 414). A la defensa ha jugado 62
innings sin errores, muestra de que la transición de la segunda base a los
jardines la ha podido hacer sin dificultades.
Superado el nerviosismo
lógico de quienes debutan en las “Mayores”, Olivera parte ahora con la
confianza de jugar todos los días y ya con cierto conocimiento del tipo de
pitcheo que va a enfrentar.
“Hice una buena
preparación física durante la temporada muerta y ahora hago ajustes en mi técnica
de bateo para cuando comience la temporada”, le dijo Olivera al colega Enrique
Rojas en una entrevista.
“Me preocupo por la
técnica y golpear la bola. Mientras más juegos pasen, más me adaptaré y las
conexiones serán más sólidas. Me siento bien y le estoy dando bien a la pelota,
después llegarán los extrabases”, añadió el indómito.
Héctor Olivera es hijo
de un pelotero de igual nombre, que en la década de los 80 fue uno de los
bateadores más temidos en el béisbol cubano.
Olivera padre fue el
primero en batear sobre la marca de 400 desde que se instauraron las Series Nacionales
tras la eliminación del profesionalismo en la Isla en 1962. En 1980 promedió
para 459 y fue por varios años el bateador designado de la entonces poderosa
selección nacional cubana, pues, a diferencia de su hijo, no era un buen
defensor y su corpulencia lo hacía un hombre lento. Todo lo contrario del
junior.
Ahora sólo queda
esperar el arranque de la temporada regular (pactada para el 3 de abril) para
saber si los números de la primavera son un espejismo o si está listo Olivera
para ser la nueva estrella cubana en las Grandes Ligas.
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