Con esto no alcanza
El retroceso del béisbol cubano es evidente. Hace 13 años estábamos en la disputa de la Final de los Juegos Olímpicos Beijing 2008 y aunque aquel partido se perdió en el último suspiro, el elenco de las cuatro letras estaba instalado en lo más alto del ranking de la Confederación Mundial.
Pero este mundo en el que vivimos no solo gira alrededor del Sol; también se mueve a pasos agigantados en materia de tecnología, modas, cultura y, por supuesto, en el deporte.
Ahí, en la actividad del músculo, una disciplina que no para de reinventarse es el béisbol y, tal vez, hartarnos de tanto éxito en el pasado nos ha llevado a ser de los últimos en entender que la pelota de hace una década no es la misma de estos días.
A la Florida asistió Cuba con el mejor equipo posible. Los que tenemos en contratos profesionales en Japón (faltaron solo por lesión Yurisbel Gracial y Ariel Martínez), sumados a otros con experiencia en ligas profesionales del área y completamos la nómina con algunos de los más sobresaliente de casa. Y el resultado fue el mismo de las últimas incursiones.
Cada quién puede tener su opinión, pero estoy seguro de que coincidiremos en algo: Este es el nivel que tenemos, señores, y con esto no alcanza.
He podido leer varios comentarios en redes sociales sobre el poco aporte de los contratados, especialmente los de Japón, cuando se enfundan la camiseta de las cuatro letras y eso también tiene su explicación lógica.
No se trata de que ellos no sientan o no quieran hacerlo bien con la selección nacional. El problema es que esos atletas se deben a los clubes por los que ficharon y sus planes de entrenamiento allá no están ajustados para que los peloteros lleguen en forma a los torneos donde Cuba los necesita, sino más bien a las etapas decisivas del campeonato de sus equipos.
Otro aspecto a tener en cuenta es la especialización de los pitchers. ¡Qué trabajo cuesta entender esto en la mayor isla de las Antillas! Abridores como apagafuegos (inexplicable que Yariel no fuera concebido para iniciar un juego), relevistas utilizados más entradas de las que acostumbran a trabajar (Moinelo y más Moinelo)... en fin, un sinnúmero de equivocaciones que los rivales rara vez cometen.
Tampoco podemos hacer caso omiso a los cambios mal hechos, todo producto a concepciones muy pasadas de moda y que siguen arraigadas en nuestro deporte nacional. O digámoslo de otra forma: la teoría del batazo, cuando tal vez sería más sensato poner la bola en juego o hacer alguna jugada de estrategia.
Quizás por ahí entendamos el cambio de Frederich Cepeda por Yadil Mujica (el mejor bateador de los cubanos en el torneo) en el último inning contra Canadá, para buscar una conexión que nos hiciera ganar de golpe y porrazo. ¿En serio?
Tampoco podemos dejar de mencionar el éxodo de atletas jóvenes que comprometen el futuro del béisbol cubano (César fue solo el último de muchos). Y para remate, nos tocó enfrentar un escenario donde nunca fuimos favoritos ante equipos que nos superan en calidad, oficio y recursos.
Lo cierto es que nos quedamos en el casi casi (se perdió las dos veces 6x5, ante Venezuela y Canadá, respectivamente), pero también es real que nunca pudimos, tan siquiera, empatar el marcador.
Quedarnos fuera de los Juegos Olímpicos por vez primera en el béisbol, aunque se veía venir, siempre es doloroso. Ya lo dicen los sabios: “Lo mejor de tocar fondo es que no puedes descender más”. El trabajo por delante es inmenso.
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