El hombre inadecuado
Tal vez porque los resultados son óptimos y el público
deportivo necesita, según creen los editores, polémicas y chisporroteos varios
para entretenerse, el Barcelona de Martino -y el DT más específicamente-
siempre produce una crisis para las portadas.
Pasados los reclamos por la posesión de la pelota -ese
antojo de ricos- y algunas sospechas acerca de su relación con el plantel de
estrellas, al entrenador rosarino ahora le fijaron fecha de vencimiento: el
final de la presente temporada. Lo que haría de su experiencia en tierras
catalanas un mero toco y me voy.
Según versiones originadas en la Argentina, Martino no
estaría del todo cómodo en Barcelona porque el equipo, caiga quien caiga,
mantiene una tradición de entrenamiento y de juego a prueba de técnicos con apetito
de cambio y/o figuración.
Por su parte, un reputado periodista británico radicado en
España, muy seguro de sí mismo, ventiló que el presidente Rosell ya agendó la
llegada de Luiz Felipe Scolari luego del Mundial.
En su experiencia europea, el actual entrenador de la
selección brasileña, además de su larga gestión al frente del equipo nacional
portugués, tuvo un fallido paso por el Chelsea y luego trabajó en la liga
uzbeca. No obstante, es un antiguo candidato al banquillo del Barcelona.
Es difícil saber cuánto de verdad contiene la versión que
comenzó a rodar por las páginas del mundo. Pero indudablemente suena verosímil.
Es probable que Martino detecte un grado de hostilidad
imposible de relacionar en forma directa con la campaña del equipo por él
conducido. Es probable también que Martino crea que, habida cuenta de estas
demostraciones, no es el hombre ideal para el club catalán.
En la potencias deportivas del Atlántico Norte, tanto
jugadores como entrenadores aportan sus habilidades y, al mismo tiempo, una
imagen. Ese espesor simbólico suele ser tan importante (para vender camisetas,
para expandir la institución en los confines orientales del planeta) como el
talento dentro de la cancha y la dedicación en el campo de entrenamiento.
En ese sentido, por ejemplo, Pep Guardiola era el vivo
ejemplo de un triunfador moderno. Tan impregnado de la cultura culé como de las
últimas tendencias de la moda y de los brochures más agudos sobre liderazgo.
Martino, con sus "eses" aspiradas, su apego al
equipo de gimnasia (a lo sumo un saco sin autor reconocible), su modo sencillo
de explicar las ideas, su partida de nacimiento del tercer mundo y su nulo roce
con las grandes ligas no luce como el hombre más adecuado para la foto de
semejante club.
No son aspectos subalternos aunque lo parezcan. Para muchos,
las ambiciones de un provinciano, por más sabiduría que atesore, jamás serán
compatibles con las de una institución top.
Algo de voracidad, de exhibicionismo y arrogancia no son mal
vistos en estas lides donde se trata de ganar.
Tipos como Mourinho han hecho una
escuela redituable en ese sentido. Tal vez Scolari, con una cucarda de campeón
mundial, llegue a esas marcas de glamour.
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