El partido que “detiene” el planeta
Hay rivalidades por las que una
ciudad guarda el frenesí en el congelador y aplaza su rutina por noventa
minutos; sin embargo, el clásico de clásicos entre el Real Madrid y el Barcelona
la altera a nivel global.
Volverá a ocurrir hoy sábado. Que
los resultados los acompañen lo hace aún más interesante, no solamente porque
los dos llegarán en muy buena forma, sino porque no es tan sencillo que las
cosas salgan bien en momentos de cambio.
Cada uno con sus matices, tanto
Barcelona como Real Madrid están atravesando una transición con respecto a lo
que planteaban la temporada pasada, si bien ambos siguen en sintonía con su
propuesta histórica.
En el “Barça” el cambio pasa por un nuevo
técnico, Luis Enrique, que si bien respeta la filosofía del club, está probando
cosas distintas en busca de solucionar lo que fueron falencias repetidas en los
últimos años, incluso cuando el “blaugrana” ganaba prácticamente todo lo que se
le cruzaba.
En Real Madrid sigue al mando Carlo
Ancelotti, pero las altas y las bajas que sufrió su plantel lo obligaron a
reconfigurar la manera de jugar.
Aun así, el Real Madrid viene
ganando de manera más categórica que el Barcelona. Cristiano Ronaldo parece
estar un poco más encendido que Lionel Messi, aunque teniendo en cuenta que
estamos hablando de los dos mejores jugadores de los últimos años, cualquiera
de ellos puede ser factor decisivo.
Esa contundencia del Madrid puede
tener que ver con el rearmado del que hablamos. Si uno compara el “tándem”
pasado (Alonso-Khedira) con el actual (Modric-Kroos), queda claro que ahora la
sociedad de mediocampistas centrales inclina la balanza para el lado de la
generación por encima de la recuperación.
No por nada los que forman la pareja
actual comenzaron sus carreras en posiciones más adelantadas, y hoy son dos
antiguos “10”
tirados unos metros más atrás, pero pensando en crear juego constantemente.
Al mismo tiempo, James Rodríguez
comienza a encontrar su lugar, sin quizás el aporte defensivo que tenía Ángel Di
María, pero aportando su cuota de creatividad por la banda en la que lo
necesiten, pudiendo también cerrarse unos metros de ser necesario. Lo mismo
sucede con “Isco”, y si bien ninguno de los dos se destaca por su velocidad, compensan
en generación.
No es menor el tema de la velocidad,
pensando en que Gareth Bale no será de la partida, con el galés en cancha, el
planteo adelante cambia, ya que tanto él como Cristiano Ronaldo buscan mucho
más por “afuera”. Ante su ausencia, seguramente el portugués se cierre un poco
más para acercarse a un Karim Benzema en el rol de centrodelantero más clásico.
Sin la cancha tan abierta, Barcelona
podría sentirse mucho más a gusto. Los laterales con que cuenta Luis Enrique
tienen más vocación para atacar que para defender, y los atacantes del Real
Madrid podrían haber aprovechado para atacar los espacios que los “blaugranas”
suelen dejar a sus espaldas. Veremos qué tan importante es el déficit de
velocidad a la hora de crear chances: jugadores de jerarquía es algo que al
Madrid le sobra.
Pero no podemos dejar de mencionar
que, si hay un rubro en el que Barcelona claramente mejoró, es en el de la
solidez defensiva. No por nada todavía tiene el arco invicto en la Liga. El chileno Bravo se
viene mostrando seguro entre los postes, pero sobre todo es la defensa la que
está más asentada. Mascherano y Piqué tienen en Mathieu y Vermaelen dos grandes
competidores en el centro de la defensa, mientras que Dani Alves y Jordi Alba
han tenido que sofrenar sus impulsos ofensivos en función de mantener el
equilibrio atrás.
Estas precauciones aumentadas
también se sienten del medio para adelante. Sin dejar de lado el buen trato del
balón, el Barcelona actual reparte un poco más la posesión, sin obsesionarse
por el monopolio como antes. Ya no construye tan a ciegas, sino que de reojo va
mirando qué tan bien parado está por si pierde la pelota y llega la réplica.
Quizás está pagando esa cuota extra
de precaución con una menor contundencia, algo que también se explica en parte
al ver a Messi unos metros más atrás y muchas veces cumpliendo roles de pasador
y asistidor. Pero esta eficacia disminuida puede revertirse de un día para el
otro, quizás empezando este mismo sábado, cuando empiece a sumar minutos Luis
Suárez.
El uruguayo ha sido, en todo equipo
en el que estuvo, sinónimo de eficacia. Y sabe que tiene que pagar su precio
con lo que mejor sabe hacer: goles. Lo que habrá que observar con el correr de
los partidos es cómo se acopla ofensivamente a un Barcelona ya armado, pero
también, a un fútbol distinto al que viene jugando.
En Liverpool, Suárez jugaba al ritmo
sin pausa de la “Premier”, muchas veces con espacios amplios. Con la selección
de Uruguay, formateada para contragolpear, también se siente a gusto. Será
distinto ahora que será parte de un fútbol mucho más pausado y pensado.
No le será tan sencillo encontrar
los espacios con rivales cerrados atrás y en un equipo que, históricamente,
funcionó mejor sin una referencia de área tan clara, como bien lo saben Eto'o e
Ibrahimovic, por ejemplo. Cuando Suárez se tira más afuera, suele aparecer de
izquierda hacia el centro, pero ese rol hoy lo ocupa un Neymar muy móvil y al
que ya se lo ve definitivamente adaptado.
Y tampoco hay que dejar de lado qué
tan cómodo se siente Messi en esta nueva función y por cuánto tiempo seguirá
asistiendo más que definiendo. A un jugador como él no creo que le guste ver
cómo otro se le escapa al tope de la tabla de goleadores, y menos si ese otro
es Cristiano Ronaldo...
En definitiva, tendrá que pasar un
tiempo para ver cómo se adapta Suárez a este esquema. Por lo pronto, y esta es
una opinión personal, pienso que se comienza a olvidar demasiado pronto a un
jugador de primer nivel como Pedro, que ganó todo con club y selección, casi siempre
marcando goles decisivos.
Suárez es un gran jugador, no hay
dudas, pero tiene que ganarse su lugar. De hecho, veo más probable que el
uruguayo empiece desde el banco.
Así están
dadas las cosas para el sábado. Dos equipos en un muy buen momento, enormes
individualidades y un pronóstico totalmente abierto. Más no se puede pedir:
solamente queda disfrutarlo.
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