Valentino Rossi fue profeta en su tierra
Hay que ser muy bueno, quizá el
mejor de la historia, para lucir 107 victorias en el palmarés,
repartidas entre la clase reina (81), 250cc (14) y 125cc (12) y
habiendo sido campeón hasta en nueve ocasiones en todas las categorías habidas
y por haber del motociclismo.
Pero casi tanto mérito como eso lo
tiene que el último triunfo de esa amplia lista se consiga a los 35 años y que hayan
pasado 18 desde el primero (Brno ‘96). Algo así sólo es posible
sintiendo verdadero amor por las motos, las carreras y la vida en los
circuitos, tal como le sucede a Valentino Rossi, el autor de todas esas gestas.
La victoria de Misano fue de las más especiales de su carrera. Bien es cierto que ya había ganado
el año pasado en su regreso a Yamaha, en Assen, pero en una carrera
condicionada por la lesión de Lorenzo. En la de ayer, en cambio, no hubo “peros”
posibles, porque ni siquiera Márquez fue capaz de frenarle el tiempo que lo
tuvo a tiro.
Lo intentó con ganas, pasándose y repasándose hasta cuatro veces con “El
Doctor” en los
primeros compases de carrera, cuando lideraba Lorenzo, el único que optó por
neumático delantero duro en vez del medio, lo que consideró al acabar “un
error”.
Cada ataque del joven campeón fue contestado por la leyenda y, cuando éste fue capaz de superar
a su compañero de Yamaha, también lo hizo el de Honda, consciente de que era
esta vez Rossi el rival a batir. El campeonísimo ya había avisado de sus
intenciones en el warm-up, marcando el mejor crono y, llegada la hora de la
verdad, no estaba dispuesto a que nadie profanara su casa.
Por eso tiraba con fuerza y
seguridad, sin importarle que Márquez fuera el único que seguía
su estela. Se presentaba una segunda parte y un final de
carrera de infarto, pero en la décima vuelta se allanó aún más el camino de
Rossi hacia la victoria.
Márquez, en un error impropio en él,
se iba al suelo en la cuarta curva del “Marco Simoncelli”, una lenta de
derechas en la que intentó salvar la caída como tantas otras veces hizo. “Un
exceso de relajación”, confesó después.
Lo que sí logró fue reemprender la
marcha, en un alarde de casta, para remontar hasta la decimoquinta plaza, ser
recibido por sus mecánicos en el muro como si hubiera vencido otra carrera y
salvar un punto que, en cualquier caso, ya no le permitirá cantar alirón en
Alcañiz.
Una pena para el pupilo de Alzamora, porque tenía ganas de proclamarse
bicampeón de MotoGP ante los suyos, pero una alegría para Honda, porque lo más probable es que
ahora lo sea en Japón, la casa del “Ala Dorada”. A partir de ahí la emoción
estará en saber quién será el subcampeón, posición para la que pelearán hasta
el final Pedrosa y Rossi.
El español le saca un punto al
italiano después de quedar tercero, por detrás las dos Yamaha, porque Jorge
Lorenzo finalmente terminó segundo, y con la Ducati de Andrea Dovizioso pisándole los talones.
Pero el hombre del día en este
circuito fue Rossi, el mismo que allí gustan llamar “Patrimonio
de la Humanidad”,
porque cuando vence él vencen todos. Puso la carne de gallina verle de nuevo en
lo más alto del podio, arrodillándose ante los miles de aficionados que habían
invadido la pista para aplaudir otra victoria suya, la primera en Italia en
cinco años. Habrá más, seguro.
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