El fútbol ofensivo no siempre es la solución
El colombiano James Rodríguez fue de los más destacados en el Real Madrid |
El
elogio del fútbol ofensivo es una fórmula prácticamente imposible de refutar a
la hora de analizar el juego. Pero de tanto repetirse se termina convirtiendo
en un lugar común que no va más allá de la superficie, sin preocuparse por
distinguir entre la osadía pensada y planificada y un ataque voluntarioso, pero
desorganizado, que descuida otros aspectos.
Claro
que, a la hora de hablar de fútbol, parece difícil no celebrar a los equipos
que priorizan su faceta ofensiva. Desde el punto de vista del espectáculo, los
equipos que atacan producen partidos más abiertos, con más goles y, por lo
tanto, más emocionantes. Incluso desde lo táctico, se puede pensar que cuánto
más busque uno el arco contrario, más lejos estará la pelota del propio.
Sin
embargo, las semifinales de la “Champions” fueron un buen ejemplo de que una
actitud híper ofensiva no es necesariamente el camino al éxito, sobre todo si
en pos de esa apuesta se dejan de lado otras variables que, en el deporte de
alta competencia, terminan siendo determinantes a la hora de conseguir un
resultado.
Tanto
Bayern Munich como Real Madrid, cada uno a su manera, cayeron con el mismo
libreto. Esquemas de ataque que terminan como un náufrago al producir el famoso
efecto de “la manta corta”: equipos desequilibrados, con huecos en las líneas
de contención y demasiado expuestos ante rivales que no perdonan.
Si antes del
partido de vuelta le hubieran preguntado a jugadores, cuerpo técnico o hinchas
del “Bayern” cuál era el escenario perfecto, la respuesta hubiera sido unánime:
marcar un gol en los primeros minutos para que el Barcelona sintiera la presión
de que el 3-0 de la ida ya no era tanta ventaja.
¿Qué pasó entonces
que el equipo bávaro no supo aprovecharlo? Es difícil de entender que en un
plantel de internacionales haya habido una ingenuidad defensiva más factible de
verse en principiantes y que no debería ir de la mano de la búsqueda ofensiva.
Y se vuelve imperdonable al pensar que estaban recibiendo una oportunidad única
de revertir la historia.
Porque
si antes de los 10 minutos “Bayern” se ilusionaba y obligaba a Ter Stegen a
convertirse en temprana figura, antes de la media hora esa ilusión se había
despedazado. Y más allá de los méritos del tridente del Barcelona, en los dos
goles hubo responsabilidad alemana.
Lo
grave es que no fueron dos momentos puntuales, sino que durante todo el
partido, e incluso toda la serie, el equipo de Guardiola dejó la misma
sensación de vulnerabilidad. El esquema de contención del “Bayern” dio la
sensación de tener muy bien repartidas sus zonas, pero de no tener coberturas y
relevos si se producía algún descuido en alguna de ellas, tanto entre el
mediocampo y la defensa como entre los últimos cuatro.
Ya
le había pasado ante Porto en cuartos y sobrevivió gracias a 45 minutos
brillantes en la vuelta, pero darle de comer a un adversario como Barcelona es
el camino más corto a la eliminación.
Así
quedaron los agujeros que permitieron, dos veces en 15 minutos que se activara
la secuencia letal Messi-Suárez-Neymar: primero con pase a espaldas de la
última línea y después con una peinada, en ambos casos a cargo del argentino,
culminados los dos con asistencias del uruguayo para anotaciones del brasileño.
De
esa manera, con el local necesitado de anotar cinco goles, se terminó demasiado
rápido la ilusión de ver un duelo mucho más entretenido. Porque de ahí en más,
si bien el “Bayern” sacó su orgullo y Barcelona también contestó golpe a golpe,
estuvo claro que la última hora del partido fue de compromiso.
El argentino Lionel Messi fue decisivo en la eliminatoria ante el "Bayern" |
El
local se llevó un triunfo que hizo un poco menos dolorosa la eliminación, pero
Barcelona también confirmó lo que se propuso Luis Enrique a principios de
temporada y que tomó forma definitiva en los últimos meses: ya no es un equipo
que juega a cara o ceca, es mucho más difícil agarrarlo mal parado y por más
que siga apostando a monopolizar la pelota, toma muchas más precauciones para
los momentos en los que se la presta al contrario.
Con
respecto a la premisa del principio, y para seguir desmitificando el elogio del
buen juego cuando no tiene fundamentos, pasemos al otro finalista, la Juventus,
un equipo que prefiere prestar la pelota antes que adueñarse de ella. ¿Alguno
se anima a decir que la “Juve” no juega bien, por más que su manera de encarar
el juego sea diametralmente opuesta a la del Barcelona?
Enfrente
tuvo a otro gran equipo como el Real Madrid, plagado de jugadores ofensivos y
los italianos tuvieron tantas o más chances si pensamos la semifinal como un
único partido de 180 minutos.
No
por nada Ancelotti es, como hemos dicho otras veces, el menos italiano de los
entrenadores salidos del “Calcio”. De la escuela de un Milan que históricamente
se animó a alejarse del “catenaccio”, y con un presente de abundancia de
jugadores de ataque en el Real Madrid, el técnico apostó toda la temporada por
un planteo que priorizó la presencia en cancha de muchos futbolistas con
aptitudes o roles muy similares.
De
alguna manera, los jugadores terminaron condicionando el sistema, y entre sus
estrellas y su historia, parece flotar la idea de que el Real Madrid tiene no
sólo que ganar, sino hacerlo dando espectáculo. Pero la superpoblación de
jugadores con mucha más vocación de creación y definición que de sacrificio
terminó causando desequilibrios que la Juventus dejó en evidencia.
Real Madrid pasó en
una temporada de un mediocampo con jugadores como Khedira y Alonso a otro en el
que Modric, Kroos, James e Isco tienen que sofrenar sus instintos ofensivos
para colaborar en la marca y la recuperación. Y por más que den lo mejor de sí,
no lo sienten, algo que se ve aún más claro cuando no está el croata.
Los
tres de arriba (Cristiano Ronaldo, Bale y Benzema) tampoco hacen una gran
contribución defensiva, con lo cual los mediocampistas e incluso los defensores
tienen que cubrir demasiado terreno ante equipos que esperan atrás para luego
atacar aprovechando espacios...justamente como la Juventus, el más italiano de
los equipos del “Calcio”.
El
4-4-1-1 de los italianos le ganó la batalla táctica al 4-3-3 de los españoles.
Los cuatro del fondo, ayudados por mediocampistas con más recorrido de ida y
vuelta como Pogba, Marchisio, Vidal y Pirlo, no pasaron mayores apuros. Y a la
vez, tanto los volantes como Tévez, circularon por esa “zona de nadie” a las
espaldas de Kroos y complicaron una y otra vez al Madrid.
Más
allá de un par de salvadas de Buffón que parecieron más complicadas de lo que
en realidad fueron, Real Madrid no dispuso de tantas oportunidades claras como
debería haber tenido al adueñarse de la pelota. Aun así, estuvo clasificado
hasta casi la hora de juego, gracias a un penal como mínimo discutible, ya que
hubo contacto de Chiellini con James Rodríguez, pero cuando el colombiano ya
venía en caída.
Pero
Real Madrid no supo cerrar el partido con el 1-0 que le daba el pasaje. Con
otro mediocampista podría haber clausurado los caminos hacia el arco de
Casillas, pero no lo hizo y lo pagó. Llegó el gol de Morata y podría haber
habido algún otro de contraataque.
Juventus,
en cambio, mostró que no tiene puritos ni sentimientos a la hora de conseguir
un objetivo. Allegri sí hizo un cambio defensivo para el último cuarto de hora
(Barzagli por Pirlo) y aseguró una clasificación merecida.
Tendremos
entonces en Berlín a los dos mejores equipos del momento en Europa, dos que
fueron de menor a mayor, que deberían contar con la totalidad de sus plantes y
que, como desafío extra, a esta altura de la temporada están con chances de
conquistar la “triple corona”. De hecho, los dos estarán en busca del tercer
título unos días después de jugar la final de la Copa de sus respectivos
países.
¿Qué
partido veremos el 6 de junio? Seguramente uno tan táctico como el que
anticipamos entre Real Madrid y Juventus. Los dos serán fieles a su libreto,
que es el que mejor conocen y más les conviene: Barcelona apostará por la
posesión, Juventus por el contragolpe.
La “Juve”
seguramente tendrá las mismas precauciones que en la semifinal. Es más, con un
Evra zurdo marcando la banda en la que circula Messi de afuera hacia adentro,
Pogba debería cumplir un rol crucial de apoyo defensivo. En el fondo italiano
habrá muy pocos espacios para que aproveche el tridente, con lo cual Barcelona
necesitará ejecutar de manera muy precisa los cambios de ritmo y la variación
entre pases cortos y largos que le dieron más instrumentos a su repertorio.
Del
lado de la “Juve”, seguramente el esquema se repita, con Morata trabajando
entre Piqué y Mascherano, y con Tévez como un segundo delantero pero retrasado,
aunque no le será tan fácil ocupar los espacios entre Busquets y la línea de
fondo. Porque otra de las virtudes de este nuevo Barcelona, como dije arriba,
es que rara vez lo toman en situaciones de inferioridad numérica.
En
las próximas semanas afrontarán sus últimos compromisos internos. Deben cuidar a
sus hombres pero sin relajarse, porque desligarse demasiado de la competencia
podría llevarlos a perder el ritmo de juego que necesitarán para afrontar el
partido más importante de la temporada.
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