Clavado en la historia



José Antonio es parte ineludible de la historia del clavado cubano. Foto:Rosa Panadero


Más allá del epíteto que lo señala como el mejor clavadista cubano de todos los tiempos, José Antonio Guerra Oliva es un santiaguero que conserva la sencillez y la amabilidad de los nacidos en esta “tierra caliente”.


Su palmarés es envidiable. Nominado como mejor atleta del país durante los años 2010 y 2011, el único reto que no pudo concretar fue la añorada presea olímpica. Licenciado en Cultura Física desde el año 2004, de hablar pausado y sonrisa irreverente, el otrora clavadista estableció el diálogo con Tiempo Extra.

-¿Cómo recuerdas los primeros años de tu vida?

-Nací el 9 de agosto de 1979, aquí en “Santiago”. Tuve una infancia tranquila. Mi madre enfrentó mi crianza sola, por lo que la considero no solo el pilar de mi vida, sino además de mi carrera.  Vengo de una familia humilde y con mi mamá como ejemplo. Ella lo sacrificó todo por verme cumplir mis sueños.

-¿Tus primeros contactos con el deporte fueron casi por accidente?

-Fue algo muy gracioso. Desde pequeño me gustaba mucho el piano, y días antes de realizar las pruebas para estudiar música, una tía me comentó que eligiera “una actividad más acorde para los varones”. Sus palabras se me quedaron grabadas, por lo que el día de la prueba la desaprobé a propósito, pues quería concentrarme en buscar otro camino que no fuera la música.

Después de eso, mi mamá decidió llevarme a la Eide, y una amiga de ella le sugirió que me apuntara en las clases de clavado con el profesor Carlos Delgado, quien lamentablemente falleció hace dos años. Él en cuanto me vio me dijo: “tú vas a ser mi estrellita”; y así comenzó mi carrera deportiva, a la edad de ocho años. Empecé sin saber nada sobre el clavado, y Carlos me convirtió en tricampeón nacional y centroamericano.

-¿Cómo fueron tus primeros momentos lejos de la familia?

-A partir de los Juegos Escolares del ‘92, donde alcancé tres medallas de oro, me captaron para el equipo nacional juvenil y recuerdo que fueron momentos muy difíciles, porque no quería separarme de mi madre. Era un niño de apenas 12 años que tenía que viajar más de 900 kilómetros para realizarme como deportista.

El apoyo de mi mamá y el hecho de que ese curso el profe Carlos Delgado fue conmigo para La Habana, me ayudaron mucho en la adaptación, que fue bastante rápida, pero siempre quedó esa añoranza por mi Santiago de Cuba natal y por mi familia.

-¿Tu primera competencia internacional?

-En el ‘96, al participar en un torneo brasileño en el que alcancé dos medallas de oro y una de bronce. El próximo año fue muy difícil porque tuve una serie de competencias en las que enfrenté a varios campeones olímpicos y mundiales, lo que me obligó a superarme.

El santiaguero acumuló varios títulos en la plataforma individual. Foto:cubadebate.cu


-¿Cómo resumirías tu experiencia en Juegos Centroamericanos y Panamericanos?

-En el Centroamericano de Cartagena 2006 gané tres medallas de oro. Luego, en Veracruz 2014, también estuve, pero no en mi evento, ya que los mexicanos suspendieron el sincronizado, así que tuve que intervenir en el individual, pero no desempeñé una buena actuación.

En el caso de los Panamericanos he tenido participación desde Winnipeg 1999, y para esa lid yo había llegado muy “enchufado” porque había ganado recientemente el Campeonato mundial universitario, y a pesar de que la competencia en Canadá se me complicó, vine de abajo y concluí en un muy buen segundo lugar.

A partir de ahí comencé a cosechar títulos en esas lides. En Río 2007 gané la segunda medalla de oro de la plataforma masculina en la historia del clavado cubano en esas lides. Además, en esa competencia comencé a saltar en el sincronizado, acompañado en aquel entonces por Erick Fornaris, donde solo fuimos superados por los norteamericanos.

En Guadalajara 2011, ya estaba con Jeinkler Aguirre, pero tuve una lesión que me impidió hacer el individual, aunque me pude recuperar para el sincronizado, en la que alcanzamos plata por detrás de los subcampeones olímpicos mexicanos.

-Un aparte para Toronto, 2015. ¿Cómo recibiste esa medalla?

-Con muchísima alegría, porque el año anterior, en Veracruz, había dejado muy mala imagen por la lesión que tuve. Algunos comenzaron a decir que era hora de retirarme, y ese oro en tierras canadienses me permitió demostrar que estaba en plenitud de forma.

-Tu experiencia en Olimpiadas es impresionante. Sin embargo, te falto la presea.

-Yo participé en cuatro Juegos Olímpicos, desde Sídney 2000 hasta Londres 2012. Lastimosamente quería retirarme este año en Río de Janeiro, pero la lesión de Jeinkler terminó con mi aspiración de subir al podio olímpico.

Creo que pude haber obtenido alguna medalla en este tipo de eventos. No obstante, mantenerme durante cuatro Olimpiadas en la élite del clavado internacional, incluido el quinto lugar de la plataforma sincronizada en Londres 2012, paga la ausencia de esa medalla que me quedó por ganar.

-Si tuvieras que enmarcar un momento en tu carrera deportiva, ¿cuál sería?

-El Campeonato del Mundo efectuado en Montreal, en el 2005, donde alcancé la primera medalla de oro para Cuba en la historia de los deportes acuáticos. Además, ese año en general fue uno de los mejores de mi carrera, pues llegué a estar en el primer lugar del ranking mundial, algo inédito.

-A pesar de que tus mayores logros han sido en el apartado individual, también has cosechado éxitos en la plataforma sincronizada, ¿qué importancia tiene la empatía en una dupla de saltadores?

-Es la base fundamental de los resultados que se puedan obtener. En mi caso tuve la oportunidad de saltar fundamentalmente con grandes como Erick Fornaris y Jeinkler Aguirre, en distintos momentos de mi carrera. Yo diría que tiene que existir una simbiosis de caracteres y de objetivos. Hay que actuar como una unidad.

-¿Luego de tu retiro deportivo, piensas comenzar una nueva faceta como entrenador?

-Me pasé este año esperando a que Jeinkler se recuperara, pero esa hernia discal se le complicó, lo que nos impidió participar en el clasificatorio. Él aún es joven, pero ya yo estoy siete años pasado de mi edad de retiro. Y aunque me siento con fuerzas, creo que es el momento indicado para cerrar mi historia como deportista y comenzar a escribir una nueva, pero como entrenador. Me encanta trabajar con los niños, aprendo todos los días junto al profe Lino Socorro cómo crear futuros campeones.

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