Y el carruaje se convirtió en calabaza


Roel (a la derecha) fue el mejor jugador del equipo cubano     Foto: prensa-latina.cu


Realmente no eran las 12 en punto, sino más bien la una de la madrugada; pero lo cierto es que alrededor de la medianoche del pasado jueves la selección de Cuba comenzó a perder el encanto, tal y como le pasara a la Cenicienta, y quedó fuera de la disputa del título de la Serie del Caribe Jalisco 2018.

Los Alazanes guardaron su peor actuación para el momento menos indicado. Ese juego que todos acostumbran a llamar: “el bueno”. Aunque yo no soy de los comparte esa definición. Para mí, “buenos” son todos. Porque no se cae de aire en una semifinal ni en un partido por el título.
Pero la realidad es una. Granma cayó ante un equipo dominicano que solo ha lucido con el madero; porque a la defensa ha estado horrible y su pitcheo tampoco es que haya estado inmenso. A pesar de esto, Cuba no supo aprovechar sus mejores ocasiones ni los cuatro errores que cometieron sus rivales al campo.
Su dupla de tercero-cuarto fue un desastre (nueve hombres se quedaron en bases a la espera de una conexión de alguno de ellos). El tema de Alfredo Despaigne ya lo toqué con anterioridad en este mismo blog, y sus actuaciones en los play-off y en esta Serie del Caribe terminaron por darme la razón.
El estelar jonronero no disparó ni un imparable en Jalisco, y en el choque decisivo –para colmo- bateó en par de ocasiones para doble-play. ¿Había necesidad de esto?
Lázaro Blanco supo autorelevarse en la primera entrada y lanzó cinco capítulos de muchísima calidad. En tanto, los Alazanes marcaron temprano y amenazaron con aumentar la ventaja de tres que le dieron a Blanco, pero nunca concretaron. Entonces llegó un momento que marcó el partido.
En el quinto inning y con las bases llenas, el mentor Carlos Martí volvió a hacer uso de esa gran fe suya, que a veces raya en lo absurdo, y a pesar de contar con la mayor cantidad de jugadores de posición de los cinco elencos participantes, dejó a su jugador más débil a la ofensiva, Frank Camilo Morejón. ¿El resultado? Doble matanza.  Ahí en buena medida, se perdió el juego.
Y como la pelota también es cuestión de frases populares, como esa de: “si no las haces…”, quien sí comenzó a fabricar carreras fue República Dominicana; porque al filo de las 12 de la noche y de los 100 lanzamientos, se agotó Lázaro Blanco.
Lo peor es que el primer relevo fue el artemiseño Miguel Lahera, un serpentinero que, en menos de tres entradas de labor, le habían dado cuatro cañonazos, con dos carreras permitidas y par de boletos otorgados. Les confieso que en esta Martí me sorprendió. Esperaba al villaclareño Alaín Sánchez, quien mejor le había trabajado en la Serie Nacional. Pero nada de eso.
Después falló todo y quedó en evidencia que el bullpen estaba corto de pitchers. Se echó de menos al matador José Ángel García y al pinareño Erlys Casanova. Nuevamente salió a relucir que, los que mejor terminan el campeonato, son los que deben llamarse como refuerzos para las Series del Caribe.
Para colmo de los colmos al final de la novela quiso Roel Santos, el mejor jugador de este equipo, hacer una “Yosvani Alarcón”. Un robo sin sentido de la segunda almohadilla, con un choque en contra por tres anotaciones, y fue puesto out. 
Igual todo estaba escrito. No se perdió por Santos, pero en lo táctico, dejó muchas dudas la novena cubana. Cuba mostró su peor cara, la más usada en la arena internacional últimamente, para el juego “bueno”. Eso sí, en algo tuvo claridad Carlos Martí, y fue cuando dijo que de nada valía quedar líderes si no se regresaba con el título.

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