¿Alazanes sin herraduras?
Los tuneros han estado más impetuosos en los dos primeros juegos de la Final Foto:István Ojeda |
Ya les advertía en el
trabajo anterior que había que tener cuidado con Las
Tunas en el play-off final de la 57 Serie Nacional de Béisbol.
Los Leñadores
llegaban a este pareo decisivo con el ánimo por los cielos, luego de dejar en
el camino en una trepidante semifinal a los Industriales de La Habana, cuatro
sonrisas por tres, y ese ímpetu casi siempre termina por marcar diferencias en
el terreno.
Para colmo de los granmenses, ya pudimos percatarnos que los días que tuvieron de inactividad,
más allá de darles un descanso para intentar la revalidación de su título, ha
terminado por pasarle factura a su maltrecho cuerpo de lanzadores.
Digo maltrecho,
porque el todavía campeón depende, tal vez en demasía, de la hermeticidad de
sus abridores; ya que, en el bullpen,
a simple vista no se advierte ningún hombre de extrema confianza para aguantar
a la ofensiva tunera, que, dicho sea de paso, anda suelta desde el séptimo
partido ante los capitalinos (ganado por KO de 10-0).
Normalmente, la
post-temporada es cosa de pitchers.
No es nada que no se haya dicho con anterioridad. En estas instancias, el que
tenga mejores brazos, tiene las mayores opciones de salir airoso. Y ahí saca
ventaja Las Tunas.
Claro, tampoco
podemos pasar por alto que las Series Nacionales en la actualidad se resuelven
a palo limpio, pero en ese aspecto los del Balcón del Oriente cubano tampoco
son segundos de nadie, y menos con la posibilidad de redondear su line-up con refuerzos.
Resumir lo visto en
los dos primeros partidos de la gran final es simple: con la ofensiva de los
tuneros en modo avión, nada, absolutamente nada pueden hacer los serpentineros
granmenses. Y es que esa es la realidad de la pelota cubana ahora mismo, los
brazos no pueden contener a los bates.
Primero fracasó el as
de los monarcas vigentes, Lázaro Blanco, y después el santiaguero Ulfrido García hizo una de sus apariciones más cortas de esta temporada, si no la más
efímera. Después de esto, comenzó el maratón de lanzadores y, por ende, la matanza.
El mal del pitcheo en
Cuba es tan generalizado, que somos capaces de ver al camagüeyano Yariel
Rodríguez perder por completo la concentración y el control sobre sus envíos en
un duelo en el que estaba delante por amplia ventaja de nueve carreras.
Porque hay que
decirlo. ¿Cómo es posible que un serpentinero que goce de un cómodo marcador
favorable de 10x1 desde los primeros innings no pueda, ni siquiera, completar
la primera mitad del choque?
Tampoco es que el
bateo de los Alazanes esté que se sale. Únicamente, Guillermo Avilés,
acompañado en momentos por Roel Santos y Carlos Benítez, parecen estar a la
altura de lo que necesita su equipo en estos momentos.
Alfredo Despaigne no
está en su mejor forma, pero eso completamente normal, porque no me cansaré de
decirlo, este jugador no se debe a nuestras series nacionales, su compromiso y
toda su atención debe ser con su franquicia en la Liga japonesa. Despaigne no
es que esté mal al bate, es que, simplemente, está en una especie de
pretemporada. O sea, en sus primeros pasos de la nueva temporada (nueva para
él). No se le puede
exigir nada más.
Lo contrario ha sido Las Tunas, que, sin mucha
ayuda de sus abridores, ha demostrado tener un staff en mejor forma para asaltar la victoria. El manager Pablo
Civil se puede dar el lujo de mirar hacia atrás y ver a Yudiel Rodríguez, Yosimar
Cousín, Alejandro Meneses, Diego Granado y, por encima de todos, José Ángel García,
el mejor bombero de la pelota cubana.
En definitiva, el tema es así: si Granma no logra ganar los dos próximos
juegos en su terreno, es muy posible que veamos un nuevo campeón en la tierra
del actual rey.
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