Historias de un quinto lugar
Santiaguito Torres fue de los mejores de las Avispas durante toda la temporada / Fotos: Miguel Rubiera Jústiz |
Fin de la historia
para las Avispas en la 59 Serie Nacional de Béisbol, un torneo que dejó varias
notas positivas para el elenco “rojinegro”, pero que a la postre nos dejó el
sabor amargo de la no clasificación a los play-off.
Tal vez parezca un poco
injusto criticar a unos muchachos que le devolvieron a la afición indómita las
alegrías perdidas hace más de una década. Fueron ellos, a pesar de las importantes
bajas que sufrieron al inicio de temporada, los responsables de que el “Guillermón Moncada” retumbara como hacía años no se recordaba. Sin embargo, el deporte
tiene memoria corta y –desafortunadamente- lo que queda en el recuerdo es lo más reciente, y ahí sí hay mucho que analizar.
En resumen, la
campaña se puede calificar de buena, muy buena para el equipo montañés. Bastaría
con decirles que del séptimo escalón ocupado en la Serie 58, ahora se avanzó
hasta el quinto escaño. Solo una vez, desde que se compite con la estructura de
dos fases, se había llegado a la segunda parte del campeonato. Fue hace seis
años… y cómo ha llovido desde aquella vez.
La primera parte del certamen fue excepcional, con récord de victorias (29) para un equipo
santiaguero en formato de 45 partidos, seis topes particulares ganados por la
vía de la barrida y con un “Guillermón” casi inexpugnable, pues allí llegaron
18 de esas 29 sonrisas.
Hay que decirlo así,
en la fase inicial las Avispas nos encantaron con su juego batallador y vistoso;
el cual se justificó con números fenomenales: segundos en bateo (.309 de
average) y líderes en pitcheo (3,35 carreras limpias por cada nueve innings). Y
aunque la defensa fue lo menos destacable, tampoco nos hizo pasar muchos
sobresaltos.
Pero todo se fue al traste en la segunda vuelta, o para ser más exacto, en las últimas 24 jornadas.
En el tramo decisivo “Santiago” terminó con más derrotas que victorias (18-27),
con un staff de lanzadores
apabullado, demasiado errático sobre el terreno y algo desdibujado a la
ofensiva.
Edilse Silva fue el hombre grande de la ofensiva santiaguera |
Con todo el respeto
que merecen el profesor Eriberto Rosales y su colectivo técnico, dudo que
alguien me demuestre lo contrario a que las Avispas terminaron la Serie agotadas,
sin una pizca de energía, tanto física como mentalmente.
El bajón fue coral. En
los primeros 45 juegos todos bateaban y lanzaban a las mil maravillas, y a la
hora de la verdad nadie (salvo contados casos) pudo mantenerse. Eso, señores,
no tiene otro nombre: cansancio.
Partamos de algo,
desde que Eriberto tomó las riendas del equipo de mayores, este solo ha
mejorado, y eso también hay que destacarlo. Del lugar 10 de hace dos años
pasamos al siete y ahora anclamos quintos. Sin embargo, es posible que ese paso
a paso les haya jugado una mala pasada.
¿Por qué digo esto? Tal
vez la preparación del equipo se haya centrado más en mejorar lo que nos faltó
en la campaña anterior, o lo que es lo mismo, clasificar de forma directa a la
segunda fase. Algo así como: primero avanzamos y después veremos. Pues así
mismo pasó.
Para colmo, los refuerzos no pesaron tanto como debían (tampoco es que ellos sean los culpables)
y los pesos pesados del equipo no tuvieron la energía suficiente para echarse el
grupo a sus espaldas cuando más este lo necesitó.
Me quedo con la percepción de que sí se podía
llegar –por lo menos- a los play-off.
No olviden que, cuando faltaba una vuelta en el calendario, los santiagueros
eran líderes de la clasificatoria. Duele que el castillo se haya derrumbado al
final, pero hay esperanzas, el equipo mejora año tras año y eso hay que
valorarlo. Nos vemos en la Serie 60.
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