Eriberto Rosales: un hombre de béisbol

Eriberto es un amante y estudioso del deporte de las bolas y los strikes / Foto: Miguel Rubiera Jústiz


Eriberto Rosales Hernández es un apasionado del béisbol desde niño. Oriundo del municipio Palma Soriano, tuvo la dicha de incursionar como jugador, aunque sus mejores resultados han llegado como estratega, primero en la categoría sub-23 y recientemente al frente de las Avispas santiagueras.

En medio de la euforia que levanta por estos días el paso del equipo indómito en la 59 Serie Nacional de Béisbol, Tiempo Extra conversó con el manager indómito.
-¿Cuál fue tu primer contacto con el béisbol?
-Me inicié en este deporte a la edad de siete años, con los profesores Jorge García Clares y Mariano Ramos. Cuatro abriles después me decepcioné un poco, porque en dos ocasiones fue denegada mi entrada a la Eide, por mi baja estatura. Fue en esa etapa que me acerqué a otras disciplinas como el fútbol, la lucha y el judo; pero mi corazón estaba con la pelota.
-¿Cuándo regresate?
-A los 15 años. Logré entrar a la Academia Provincial con equipos juveniles y en 1993 fui campeón nacional de esa categoría. Concluida mi etapa como sub-18, ingresé en la Licenciatura de Cultura Física, al tiempo que practicaba béisbol y softbol. Esa era una época difícil para hacer equipo “Santiago” en la primera categoría, porque había una constelación de estrellas encabezadas por Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Norge Luis Vera, Gabriel Pierre, Rey Isaac y otros; así que decidí acercarme al llamado deporte de la “bola blanda” y llegué a ganar un título de Cuba.
-Pero tu sueño era integrar aquella inolvidable Aplanadora. ¿Lo lograste?
-Yo era un jugador versátil, porque me desempeñaba en los jardines y en el cuadro, pero solo pude integrar el equipo de mayores a base de preparación y disciplina. En 1996 vine a un entrenamiento del equipo y tuve buenos resultados. Algunos no apostaban por mí, debido a mi juventud; sin embargo, logré hacer el equipo en la temporada 2000-2001 y terminé campeón con aquella novena que comandaba Higinio Vélez Carrión. En el 2004, desempeñándome en el área de los receptores, me lesioné y tuve que alejarme definitivamente del béisbol activo.
-¿La lesión te hizo pensar en iniciar una carrera como entrenador?
-Sí. De hecho, cuando regresé a Palma Soriano me acerqué a Luis Danilo Larduet y en ese mismo año 2004 me inserté nuevamente al equipo de ‘Santiago’, pero esta vez como jefe del área de los jardineros. Fue difícil, porque una cosa es ser atleta y otra muy distinta es ser entrenador. En esos primeros momentos aprendí mucho de Francisco Escaurido, pero entonces tuve que salir del equipo a cumplir misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela.
-Cuéntame de tu experiencia como entrenador fuera de Cuba.
-Estuve durante cuatro años en el programa Barrio Adentro Deportivo. Trabajé con infantiles y tengo muy gratos recuerdos de grandes conocedores del béisbol vinculados a esas categorías como Mauro Méndez, Jesús Oyalbe y Leonel Carrión, quienes además tuvieron experiencia como profesionales.
Ese tiempo fue vital para mi desarrollo como entrenador, me dediqué a estudiar, auto-prepararme, aprender de esos profesionales que te mencionaba anteriormente y de los propios cubanos que también trabajaban allá. Estuve en muchas clínicas, conferencias y talleres. Me nutría de todo aquello y poco a poco crecía como estratega.  
En Venezuela fui campeón nacional de pequeñas ligas, estuve al frente de equipos juveniles en Juegos de los Andes, Ligas Bolivarianas y preparé en dos ocasiones a la selección de ese país para Juegos Latinoamericanos.
-De vuelta a Cuba, en qué tareas te desempeñaste
-Regresé en el 2008 e inmediatamente me incorporé al combinado deportivo en Palma Soriano. Allí trabajé con la categoría 15-16 años, luego me incorporé como coach de primera base en la Liga de Desarrollo, donde también alcanzamos lugares meritorios. En el 2010 formé parte del colectivo técnico Avispas, dirigidas por Alcides Sánchez.
Cuatro años después, con Luis Danilo Larduet como director, comencé a desempeñarme como coach de tercera base. Luego vinieron momentos difíciles. Inexplicablemente fui apartado del equipo, tuve que regresar a Palma Soriano y ejercer como ayudante de construcción, hasta que finalmente, en el año 2015, con la reapertura de la Academia Provincial de Béisbol me reinserté al béisbol.
Asumí entonces la tarea de preparador general del equipo sub-23 en su segunda versión, pues los que habían iniciado decidieron salir del país en su gran mayoría. Tuve que encontrar nuevos muchachos que suplieran esos huecos y llegaron talentos como Ricardo Ramos, Dasiel Sevila, Santiago Torres, entre otros.
-¿Cómo llegas entonces a la máxima dirección del equipo sub-23 de Santiago de Cuba?
En el año 2016, en sustitución de Lizardo Aguilar. Estaba muy presionado, pero afortunadamente las cosas me salieron bien. Obtuve dos campeonatos de manera consecutiva y ese ha sido uno de mis mayores logros como director. Precisamente, por mis resultados en el sub-23 pude irrumpir en equipos Cuba a torneos en Holanda y en el Panamericano de la categoría, realizado en Panamá.
-El pasado año debutaste con un séptimo escaño en tu primera incursión como director de las Avispas santiagueras. En esta edición 59 de la Serie Nacional has logrado que el equipo avance a la segunda etapa del torneo y parece cuestión de tiempo que “Santiago” alcance los play-off. ¿Cuál es la clave del éxito?
-Trabajo. Nosotros comenzamos a entrenar desde que quedamos eliminados en la 58 Serie, en el repechaje. Lo primero que hicimos fue detectar y analizar las deficiencias del elenco, y a partir de ahí trazamos el plan para rectificarlas. Sin descuidar ningún departamento, hemos hecho hincapié en la defensa, y en la preparación física y sicológica del grupo con resultados satisfactorios. Incluso tuvimos topes preparatorios con Ciego de Ávila, Camagüey y Las Tunas, que fueron de gran ayuda para limar esos pequeños detalles que definen a veces las victorias.
Jugar con la camiseta de Santiago de Cuba es una exigencia muy grande. El equipo es muy joven, con algunos experimentados, pero la mayoría tienen mucho que aprender todavía. Lo que el cuerpo técnico y yo tratamos de transmitirles todos los días es que jueguen para divertirse, que se enfoquen en hacer su trabajo y no piensen en nada más.
No obstante, mi objetivo es claro: mejorar la actuación del año anterior y cumplir con el siempre exigente público que sigue al elenco indómito.
-Qué necesitan las Avispas para ganar un campeonato? 
Ante todo un gran trabajo de equipo, el famoso team work. Después hay que demostrar en el terreno todo lo hecho durante los meses de preparación. Pero lo más importante es salir a divertirse, a jugar a la pelota con alegría, conscientes de que el show lo ponen los peloteros sobre la grama. Hace muchos años que no estábamos en la “pelea”, así que el primer objetivo se ha cumplido. El terreno dirá hasta dónde podremos llegar.

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