Desplomados

Las Avispas no logran levantar el paso en el cierre del campeonato / Foto: Miguel Rubiera (ACN)

 

Decía mi abuela que: Al que nace para ser clavo, del cielo le llueven los martillos. Así de fatales andan las Avispas de Santiago de Cuba en la recta final de la 61 Serie Nacional de Béisbol, a la que solo le restan 14 partidos para cerrar su etapa regular.

Los indómitos han vivido dos realidades muy distintas en la temporada. En la primera mitad todo salía bien, incluso sin tener las mejores estadísticas colectivas se ganaba y con eso todos estábamos conformes. Sin embargo, a la hora de la verdad el camino hacia los play-offs se torció y ahora parece que –hagan lo que hagan- nada les alcanza para sonreír en un juego de pelota.

Más allá de que los “rojinegros” todavía tienen opciones de clasificar, en los diferentes grupos de las redes sociales donde se sigue el desempeño de las Avispas, se han generado algunos debates sobre la racha adversa que atraviesa el equipo dirigido por el profesor Eriberto Rosales, que ya anda por ocho derrotas en los últimos 10 partidos y cinco reveses al hilo (dos barridas consecutivas, ante Granma y Camagüey, respectivamente).

Estoy seguro de que todos encontrarán uno o más factores a los que achacarle este bajón de los santiagueros, más si recordamos que estos se pasaron más de 50 partidos entre los ocho mejores elencos del torneo y una buena parte de ese tramo en el top-4.

Entonces cabe preguntarse: ¿Cuál es el motivo para semejante desplome? Lo más fácil para mí sería sacarle un rosario de números que lógicamente justificarán con creces el mal momento que viven las Avispas.

Sin embargo, creo que deberíamos ir un poco más allá de lo que puedan mostrar las tan necesarias, pero frías, estadísticas.

Partamos de algo, el equipo nunca fue de los que más bateó en un campeonato netamente ofensivo como el cubano, aunque sí demostró tener armas para fabricar carreras, como son la velocidad en el corrido de bases y el bateo de largometraje, principalmente.

Desde el juego uno la defensa es un verdadero coladero y ha costado muchas derrotas. Lo más peligroso de esto, es que se ha convertido en una constante en los últimos años. Así que algo se debe revisar en los entrenamientos.

El pitcheo, que todos lo daban como el punto más débil del conjunto, estuvo formidable en la primera mitad del calendario, pero ha mermado. Algo perfectamente entendible de un staff con poca profundidad, que para colmo ha sufrido varias bajas y el desgaste que conlleva una Serie larga como esta.

Inevitablemente, hay que mirar hacia la preparación física de los muchachos. Es cierto que el año pasado la Covid-19 los privó de avanzar en la post-temporada, cuando se veían en un buen momento para pelear por una medalla, pero ahora no ha sido así.

El equipo se ve falto de energía y agotado mentalmente. A la pelota hay que jugar con alegría y confiado de tus potencialidades. Pero cuando la necesidad de alcanzar un resultado se apodera de los atletas, comienzan a llegar los errores y las malas decisiones.

Es cierto que las exigencias de los parciales de las Avispas nunca son pocas. Ese es el precio que hay que pagar por ser uno de los elencos más exitosos de la historia en el país. Pero lo que nadie logra entender es que: ¿Si llegamos al juego 50 entre los seis mejores, por qué no alcanzan las fuerzas para los últimos 25 partidos? 

Para remate, desde hoy las Avispas tienen que visitar a los Leñadores tuneros, un escenario poco propicio para salir de la mala dinámica. La única buena noticia es que aún tienen chances de clasificar, pero habrá que buscar la forma de darle un vuelco total a la situación. Nos vemos en el “Guillermón”.

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