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El béisbol cubano sufrió un nuevo revés, ahora en los Juegos Panamericanos Lima 2019 Foto: Mónica Ramírez |
Previo al inicio del
torneo de béisbol de los Juegos Panamericanos Lima 2019, el manager del equipo
Cuba, Rey Vicente Anglada, dijo que cualquier resultado que no fuera ganar el
certamen se podía calificar de malo. En gran parte, tenía razón.
Y digo en gran parte,
porque lo que no recordó Anglada –o al menos no quiso reconocer públicamente- es
que la selección nacional ya no es la gran favorita en ninguna de las competencias que dispute.
También es cierto que
los rivales que enfrentaría el elenco de las cuatro letras en Lima no
intimidaban, al menos en sus nóminas, pero el terreno volvió a demostrar que la
pelota cubana sigue anclada en el fondo que tocó en el IV Clásico Mundial,
cuando Holanda nos despachó sin merced.
Antes ya se habían
sufrido tropezones, pero después de aquella madrugada fatal ante los tulipanes,
los fracasos se han encadenado uno tras otro en una racha que no parece tener
fin.
El de los Juegos Panamericanos solo es una raya
más para el tigre. Quizá no lo sabía, pero el “bueno” de Anglada iba a
inmolarse en Lima por una causa perdida. Vamos, mi gente, en otras circunstancias
más de la mitad de esos jugadores no eran llamados a hacer equipo.
Pero es lo que tenemos. Ellos son los que
quedaron tras las sucesivas fugas de talentos y errores cometidos por las
máximas autoridades del béisbol en la mayor de las Antillas.
Ahora puede que venga la medida más lógica: cambiar
a Anglada, lo cual no solucionará absolutamente nada. Y tampoco se trata de
añorar a los jugadores que tiene Cuba dispersos por diferentes ligas foráneas.
Porque, aunque se les
abriera las puertas, a Lima 2019 no iban a venir las estrellas cubanas en las Grandes
Ligas. Esas solo aparecerían con permiso de sus clubes en los Clásicos Mundiales
y punto. Tal vez sí habrían asistido veteranos ya sin esperanza de jugosos
contratos, pero con mucho oficio y experiencia. De cualquier forma, siempre
serían mejores que los que llevamos.
Pero esto no va a parar
aquí, ninguno de los “duros” de la llamada Gran Carpa va a participar en el próximo
Premier 12 ni en el preolímpico. Así que ya saben lo que nos espera. De todas
formas, lo único bueno de tocar fondo, es que de ahí para abajo no hay más
nada.
El derrumbe del béisbol
en Cuba también se ha llevado las ilusiones de sus seguidores, o como dijera el
colega Jorge Ebro, “una pasión que se desvanece en las camisetas de Cristiano Ronaldo
y Lionel Messi que inundan una isla que se prepara y acicala no para el inicio de
la próxima Serie Nacional, sino para la apertura de la Liga Española”. Mejor
retratado, casi imposible.
Hoy en día, los fanáticos del béisbol cubano, o
al menos una buena parte de estos, lanzan chistes que van de la fina ironía
hasta las sandeces más evidentes para minimizar el impacto de la derrota. Un choteo
que se inventan y propagan a diario para disfrazar la honda tristeza de lo que
pudo haber sido y no fue, o en largo rato no será.
“Tenemos una deuda”, dijo Anglada tras quedar eliminados a manos de ¡Colombia!
(porque hasta esas tenemos) y Canadá. Sí, Rey, es una deuda, pero es tan grande
que, ahora mismo, no sé de qué forma la podrán pagar.
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