De mal en peor


El área de pitcheo necesita de buenas pelotas para entrenar. Foto: Jorge Luis Guibert




Me preguntan seguidores del béisbol santiaguero desde Matanzas, La Habana, e incluso desde Brasil y Ecuador, cómo anda la Serie Provincial. Vaya sorpresa se llevan cuando les digo que no ha comenzado. Aún más atónitos se quedan una vez que les explico que el motivo de la demora es la falta de pelotas.

Sí, lee bien usted, no hay pelotas para jugar -y aquí me parece que vale la redundancia- a la pelota.
Según supe desde la Comisión Provincial, la ausencia de las bolas se debe a que la Federación Cubana no surtió a tiempo a las industrias deportivas con la materia prima necesaria para la confección de estas.
De mal en peor. No se puede catalogar de otra forma. Realmente, en ocasiones me solidarizo con varios colegas que, en sus artículos, piden calma y menos críticas para nuestro principal pasatiempo nacional. Pero cuestiones como estas no permiten que haya tregua posible para reflejar la inestable situación que vive la pelota en la Mayor de las Antillas.
Ya no se trata únicamente de la fuga de talentos, de estructuras macabras o de fiascos de buró. Porque la burocracia también ha salpicado al béisbol en Cuba. A veces hay quienes dudan si verdaderamente queremos que el deporte de las bolas y los strikes vuelva a ser un abanderado de referencia para el deporte cubano.
Imagínense. ¿Cómo podría la Comisión santiaguera armar una preselección de calidad si los atletas no han podido jugar ni un partido? ¿Cómo elevar la calidad competitiva de nuestro béisbol, si no efectuamos siquiera las Series Provinciales?
Porque esto no es solo en Santiago de Cuba. Según he podido indagar, únicamente Sancti Spíritus (gracias a una donación de 300 pelotas hecha por Frederich Cepeda), Camagüey, Granma y Cienfuegos (vaya usted a saber cómo) han podido arrancar sus torneos domésticos. Y casi todos han tenido que modificar el calendario inicial de la Serie.
Les explico para que tengan una idea. En “Santiago” se pensaba jugar un Todos contra todos entre 11 equipos, con cuatro partidos en cada enfrentamiento particular. Es decir, que las novenas jugarían 40 choques cada una, más seis juegos en la semifinal y cinco en la disputa del título. Para que esto sea viable la Comisión debería tener en su poder más de 500 pelotas.
Obviamente lo antes explicado ya no se puede hacer, pues la Sub-23 está casi al doblar de la esquina y, como se ha anunciado, a partir de este año las Series Nacionales serán adelantadas para arrancar en el mes de agosto.
Ahora mismo la única posibilidad es que se arme un par de grupos, donde clasifiquen los dos mejores de cada llave y, a través de las semifinales cruzadas, los elencos sobrevivientes disputen la corona del béisbol santiaguero. Claro, todo esto sería siempre que aparezca el bendito artículo redondo.
Y no se piensen que esto solo afecta a las “Provinciales”. Enseguida saltan preguntas en mi mente: ¿Cuál será la calidad de las bolas con las que entrena el sub-23? ¿Y los juveniles en la Academia? O peor aún. ¿Qué pasará en los municipios? Imagino que deben ser magos los miembros de la Comisión para que la preparación de los muchachos no se vea afectada. 
Lo cierto es que en vez de mejorar la tendencia es completamente otra. En tiempos donde muchos claman por un acercamiento con las Ligas Mayores norteamericanas, es imperdonable que nuestros atletas no puedan desarrollarse por cuestiones netamente burocráticas. Porque nadie me va a convencer que las pelotas no están listas por otras razones.

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