Héroes anónimos
Desde las gradas los padres no paran de apoyar a sus hijos Fotos: Jorge R. Matos |
Es innegable que el
deporte cubano no les da a las categorías inferiores la atención que estas
requieren. Solo basta acercase a cualquier instalación donde se inicien niñas y
niños, en la disciplina deportiva que sea, y nos percataremos que convertirse
en atleta hoy en día en la Mayor de las Antillas, cuesta mucho más que esfuerzo.
Hasta el beisbolito del combinado deportivo Cuqui Bosch, ubicado en el reparto Ampliación de
Terrazas, de la Ciudad Héroe, se desplazó este redactor-reportero para
constatar que, de no ser por el apoyo de los padres y el trabajo incansable de
los entrenadores, aquello ya se hubiese convertido en una simple reliquia de la
formación de peloteros.
Del “Campito Dolores”,
como se le conoce popularmente, han salido una veintena de jugadores que hoy en
día integran los equipos de Santiago de Cuba en diferentes categorías. Sin
embargo, esto se ha logrado sin que el combinado aporte ni una bola para que
los niños practiquen.
¿Cómo es posible? Gracias
al aporte de los padres. Esos héroes anónimos que muchas veces gastan hasta el último
centavo de sus ahorros para complacer a sus hijos, quienes llegan a ese terreno
únicamente con la ilusión de jugar a la pelota.
“Hace casi cuatro años
que traigo a mi pequeño y durante ese tiempo nunca nos han dado ningún
implemento. Todo lo que él trae lo hemos tenido que comprar en la calle, en
divisa, y bien caro. Imagínate que un guante puede costar 25 cuc, un bate llega
a ser más, el vestuario también lo tenemos que adquirir a precios altos, y así
con otros accesorios. Pero tenemos que hacerlo, porque si no, el niño se
desmotiva y no quiere venir más”, explicó Edgardo Ramos Jiménez, padre de
Edgardo Ramos junior, de la categoría 11-12.
Padres y entrenadores dan el máximo para que los niños cumplan su sueño de ser atleta |
Y es que tampoco
existe un local donde se comercialicen estos artículos. Las antiguas tiendas
Batos son solo recuerdos efímeros que quedan en las mentes de aquellos que
superan los 35 años de edad. Para colmo, los mecanismos que utiliza la Industria
Deportiva cubana, que no pertenece al Inder, sino al Ministerio de Industrias,
son bastante enredados y de imposible acceso a los particulares.
“Esto es más difícil
de lo que muchos imaginan, si los padres no compramos los aditamentos los niños
no podrían jugar. En dos años ya he gastado casi 200 cuc. Incluso en ocasiones
tenemos que hacer una recolecta para apoyar a los entrenadores y comprar las
pelotas (tres cuc cada una) de los entrenamientos”, aseveró Ariadna Juantorena
Columbié, madre Abel Batista, de nueve años.
Dijo también que: “Pienso
que, al ser el béisbol el deporte nacional, se le debería dar más importancia a estas
instalaciones que son donde se inician los atletas. Si realmente quieren que
mejore la pelota, deberían empezar por apoyar estas categorías”.
Así la ratificó José Ángel Chacón Martínez, entrenador
desde hace 17 años en el “Campito Dolores”, quien comentó además que: “Sin los
padres, aquí no tuviéramos nada que hacer. Nos ayudan absolutamente en todo. Me
molesta mucho que se le achaquen a la base varios de los males que tiene
nuestro deporte nacional hoy en día. Eso es fácil decirlo, pero nadie mira las
condiciones en que trabajamos, sin ningún tipo de aseguramiento”.
Caricatura de LAZ (tomada de Juventud Rebelde) |
Aun así, cada día después de la escuela y todos los fines de semana, los
padres acompañan a sus hijos a entrenamientos y torneos en los terrenos previstos, los cuales no siempre tienen las mejores
condiciones, pero a ellos, verdaderos titanes, solo los mueve la ilusión de que
su pequeño conecte el batazo o haga la jugada que decida el partido.
Comentarios
Publicar un comentario