Chirrín chirrán




Cuando pienso en las Avispas santiagueras me viene a la mente la frase “Game Over”, inmortalizada por la firma japonesa Nintendo para marcar el final de una partida en un video-juego.

Les confieso que hasta valoré la posibilidad de titular así este trabajo, pero por temor a que los lectores de mayor edad no me entendieran, utilicé una frase mucho más popular en Cuba y que también le viene como anillo al dedo a la realidad del equipo indómito.
Es increíble que un elenco de Santiago de Cuba se quede en el camino a causa del bateo, ya que esta ha sido históricamente la principal arma de los conjuntos “rojinegros”. Pero esta nueva generación no trae el gen de nuestros toleteros de antaño, aquellos que te transmitían la confianza de que, tarde o temprano, iban a decidir el choque.
Hay que decir que el pitcheo se comportó bien, aunque el peso de este recayó fundamentalmente en los lanzadores abridores, quienes de conjunto promediaron 3,12 de efectividad, cuartos del campeonato. En tanto, los del bullpen lo hicieron para 3,91, séptimos. En general, el staff entrenado por Elizardo Guillart se ubicó en el sexto escalón de la justa, con un buen 3,44, lo cual evidencia a las claras que los brazos respondieron.
La defensa provocó en más de una ocasión posibilidades de carreras para los contrarios, pero sus guarismos durante la lid fueron de los mejores de la Serie. Los guantes indómitos filderaron para 978, con 41 pifias en 1820 lances, cuartos del torneo en este importante acápite.
Como ven, hasta aquí todo parecía ir bastante bien y, luego del reinicio de la 54 Serie, muchos comenzaron a seleccionar en su mente los posibles refuerzos de la escuadra del manager Luis Danilo Larduet, pues el paso que llevaban las Avispas, de dos juegos ganados y uno perdido por subserie, era suficiente para avanzar a la siguiente etapa.
Pero ahí llegó la debacle de los bates, o mejor dicho, se agudizó, porque la verdad es que, salvo dos o tres casos, el equipo nunca fue de los más contundentes a la ofensiva.
Las Avispas fueron el peor equipo de promedio en esta primera etapa. Solo 252 batearon los montañeses, con un pobre slugging de 348. Eso por solo mencionar algunos números, porque si indagamos más a fondo nos percatamos que, por mucho, la baja producción de los bates santiagueros fue el motivo que los hizo despedirse de la competencia.
Componer un line-up fue un “dolor de cabeza” constante para el profesor Larduet, ya que nunca encontró el hombre que le diera estabilidad al puesto de designado, los regulares en el campo corto y en la segunda base no fueron bates confiables, figuras importantes en el grupo no rindieron como de ellos se esperaba y para remate en más de una ocasión tenía que suplir a algún regular por alguna que otra molestia física.
Tampoco vale usar la palabra “renovación” como justificación. Una cosa era no poder alcanzar los play-off por la inexperiencia del grueso del equipo y otra bien diferente no poder acceder ni siquiera a la segunda fase de la 54 Serie.
Los objetivos del equipo quedaron por debajo de lo planificado y con ello se llevaron las aspiraciones de una afición que, hasta los últimos juegos, no perdió las esperanzas de que las luces del “Guillermón” siguieran encendidas, pero no pudo ser.
No queda otra, hay resignarse a que Santiago ya no es uno de los “grandes” de la pelota cubana, sí por historia, pero no en la actualidad. Es difícil acostumbrarse a esa idea, pero mientras más pronto la procesemos en nuestras mentes, más fácil será digerir el mal rato. Por esta vez, a las Avispas les llegó el GAME OVER.

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