España, de la euforia al hundimiento




Hubo fases en la segunda parte que recordaron a aquel aplastamiento del Bayern en el Camp Nou. La frase muestra cómo se recibió en España la humillación sufrida frente a Holanda. La campeona del Mundo, la campeona de todo, había sido barrida de mala manera por un rival al que no pocos habían despreciado en la víspera. Se hacía difícil, mucho, encontrar una explicación.

“Hay que cambiar esa actitud”, bramó un comentarista que tras el gol de Xabi Alonso había aventurado un triunfo cómodo. “¡Ahí está el Santo!”, vociferó otro cuando al inicio de partido Casillas sacó un mano a mano a Sneijder...y que al consumarse la tragedia no sabía qué decir.
Holanda levantaba pocos recelos en la España futbolística. Más ocupada la crítica hacia los planteamientos de Van Gaal y dando por hecho la propia excelencia, a casi nadie se le ocurrió advertir ningún peligro real. Los comentarios durante la segunda mitad, el tono, el abatimiento, la depresión, catapultaron al primer plano la realidad de un equipo cuesta abajo y que pasó, de sopetón, de la euforia al hundimiento.
España, que durante la fase de clasificación para el torneo de Brasil apenas había recibido tres goles o dos en todo el Mundial de Sudáfrica, fue un juguete roto y en cierta manera mostró las maneras del Barça de los últimos tiempos. Aquel equipo soberbio y mayúsculo que dominó el fútbol universal durante cinco años y que vivió su Waterloo particular el 1ro de mayo de 2013, la noche en que el Bayern de Munich arrasó al conjunto de Tito Vilanova.
Del Bosque se ha mantenido tan fiel a su idea como a sus hombres. Los que alcanzaron la gloria en Sudáfrica y conquistaron la Eurocopa de 2012 forman la columna vertebral. Casillas, Ramos, Piqué, Busquets, Xabi Alonso, Xavi e Iniesta jugaron aquella final de Johannesburgo y partieron de inicio en este torneo de Brasil. Pero nada es lo mismo. Es imposible.
Lleno el depósito de títulos, se adivinó la principal diferencia en el hambre de unos y de otros. En la ambición de Robben o Van Persie en contrapunto a la lentitud de los centrales españoles, el trabajo de De Guzmán y de Jong ante la exasperante pesadez de Xabi Alonso o la disminución de Xavi en la segunda mitad; el toque y rapidez de Blind frente a la dimisión de Silva. Cara a cara, uno a uno, se diría que apenas nadie se salvó del desastre.
Holanda esperó, pero no se encerró. Y España comenzó poniendo pausa y carácter y acabó sobrepasada por todos lados, enterrada en su lodo e incapaz de frenar la revolución de una Naranja más mecánica que nunca.
Hace exactamente 64 años, el 13 de junio de 1950, España sufrió la peor goleada de su historia en un Mundial. Fue en Maracaná y ante Brasil, cayendo por un 6-1 que si esta noche no se igualó o hasta repitió fue simplemente porque Holanda, ya con el 5-1 en el marcador buscó además del aplastamiento la recreación.
Y precisamente el próximo miércoles regresa España a Maracaná, al nuevo recinto que se levanta sobre el alma de aquel escenario, con la ineludible necesidad de derrotar a Chile. Por todo, de entrada por seguir viva en el Mundial y de salida por demostrarse a sí misma que quien tuvo futuro mantiene presente.
Porque consumada la trágica presentación en el Arena Fonte Nova, se hace necesaria una reflexión en voz alta. Hace cuatro años España debutó cayendo ante Suiza pero se recuperó con solvencia. Ahora, sin embargo, regresa al primer plano, a la portada de los recuerdos, lo que sucedió en 1998, cuando el equipo hispano comenzó el Mundial de Francia cayendo ante Nigeria y no pasando del empate frente a Paraguay en la segunda jornada firmó su carta de defunción en la primera fase.
Lo que nadie podía sospechar hace apenas 24 horas es ahora una amenaza real. La mejor España de la historia parece estar escribiendo su epílogo, y la imagen recuerda, peligrosamente, a la de aquel Barça que fue enterrado por el Bayern.

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