Entre giros y desbalances, un campeón


Ismael es el primer luchador santiaguero en ganar el oro olímpico. Foto:newsfeedtoday.info


Alrededor de las 4:35 p.m. –hora local- del 14 de agosto pasado, el corazón de un joven santiaguero de 24 años de edad estallaba de felicidad. El motivo: sus impresionantes giros y desbalances en la Arena Carioca 2 lo llevaron a tocar la gloria olímpica en la división de los 59 kilogramos de la lucha grecorromana.

Con él vibraron millones de cubanos que esperaban ansiosos la primera presea áurea de la comitiva antillana en Río de Janeiro, luego de 10 jornadas de competencias.
Ismael Borrero Molina, el héroe de “Santiago” y de Cuba, ya había dado muestras de su crecimiento deportivo en la cita mundialista de Las Vegas, donde se tituló campeón del orbe. El próximo reto estaba en tierras brasileñas y el muchacho cumplió con decoro y calidad indudable.
Su camino a la gloria lo inició enfrentando al kirguizio Eraliev, sometido por puntos técnicos (3-1). Luego, sucumbieron por superioridad (8-0) el chino Wang y por puntos técnicos (3-1) el uzbeco Tasmuradov, en la semifinal.
En el cuarto y decisivo combate, dispuso igualmente por superioridad técnica del nipón Shinobu Ota, quien tuvo que conformarse con la medalla plateada.
Durante su estancia en su ciudad natal, Borrero aceptó establecer el diálogo con Tiempo Extra, donde conversó sobre la lid olímpica y sus próximos retos como atleta.
-¿Cómo trascurrieron para ti los días previos a los Juegos Olímpicos?
-Con mucha preparación. Estuvimos en Brasil alrededor de dos meses, los que nos ayudó a acostumbrarnos al lugar y a focalizar mejor el entrenamiento. La ayuda del cuerpo técnico y del personal brasileño fue muy buena. El empuje del entrenador principal, Raúl Trujillo, y de Lionel, el preparador de mi división, que desde Cuba me llamaba y me escribía diciéndome que todo se iba a lograr, fueron eslabones importantes en el logro del resultado final. Creo que el plan técnico-táctico fue excelente, y el apoyo de mis compañeros del equipo nacional también fue importante.
-Varios expertos aseguran que la lid de lucha grecorromana en la división de los 59 “kilos” fue una de las más complicadas.
-La competencia fue muy fuerte, pues al ver el resultado del japonés que llegaba con poco palmarés, y que fue capaz de ganarle al azerí Bayramov, uno de los consagrados de la división, se demostró que el nivel estaba muy parejo. Pero yo confiaba en mi trabajo y en mis fortalezas.
-¿La final?
-Antes del combate decisivo tuve que vencer al uzbeco Tasmuradov, y he dicho en varias ocasiones que esa fue mi pelea más dura. Pero, psicológicamente estaba muy bien, no tuve presión de ningún tipo y sabía que podía enfrentar a cualquier adversario. Realmente me sorprendió que la Final fuera con el japonés Shinobu Ota, pues esperaba a otros adversarios más conocidos. Pero, aunque fue un combate relativamente asequible –superioridad técnica 8x0–, no podía relajarme, porque otros favoritos habían quedado en el camino.
-Aportaste el primer título para la delegación cubana. ¿Te pasó por la mente que serías tú?
-Nada más gratificante para mí que haber aportado la medalla de oro inicial para mi país, y hacer con mi triunfo que el himno nacional sonara por primera vez en todo Brasil. Pero, por supuesto, también estaba el sueño de subir al podio olímpico, que es el momento más feliz en la carrera de todo atleta. Creo que fue una mezcla de ambas cosas.
-Apoyo familiar
-Mi familia ha sido vital en mis resultados, y la medalla de oro se la dediqué en primer lugar a mi mamá. El día antes de la competencia yo pude hablar con ella, estaba muy nerviosa, pero la tranquilicé diciéndole que yo solo volvía a Cuba como campeón olímpico. Aprovecho también para agradecer a mi padre y mis hermanos, quienes siempre han estado dispuestos a ayudarme en mi carrera deportiva.
-¿Cómo has recibido el calor del pueblo santiaguero?
-Ha sido algo impresionante. Cuando me ven en la calle me felicitan, me abrazan, me extienden la mano, me saludan y piden hacerse una foto conmigo. Es algo muy bonito, estoy muy agradecido por ese cariño y, sobre todo, porque imagino el orgullo que sienten por el hecho de que la primera medalla dorada la haya dado un santiaguero.
-Tus logros en el último año te consagraron como luchador. ¿Cómo asumirás ese liderazgo dentro del equipo nacional?
-Estar en el equipo Cuba ya es un honor para mí. Quiero seguir haciendo mi trabajo y ayudando a mis compañeros a que también tengan sus resultados. Por supuesto, mi condición de campeón mundial y olímpico me darán nuevas responsabilidades, y estoy dispuesto a enfrentarlas.
-¿Retos venideros?
Ahora mismo mi mayor deseo es aprovechar el tiempo que tengo con mi familia al máximo. Ya luego, cuando me incorporé a los entrenamientos, seguiré enfocándome en mi entrenamiento y en mis competencias nacionales e internacionales.

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