Cristiano es de ORO
Cristiano Ronaldo es, hoy en día, el mejor futbolista del
mundo. Habrá quienes no quieran admitirlo a partir de su simpatía por Lionel Messi
o por la extraordinaria temporada que acaban de vivir -y continúa viviendo- Frank
Ribéry en el Bayern Múnich. Pero su presente no tiene equivalencias.
Si quedaba alguna duda, ha quedado despejada después de la
increíble demostración de velocidad, destreza, personalidad y definición que
entregó ayer para dejar a su seleccionado “sentado” en el Mundial de Brasil.
Porque cumplió la que, posiblemente, fuera su única materia
pendiente: la de arrastrar el éxito a la camiseta de su nación. Porque
respondió como los caudillos de antaño para dejar sellado un duelo histórico,
que pareció más un duelo individual de pistoleros entre Zlatan Ibrahimovic y él
que una justa en un deporte colectivo.
Es cierto que hay algunos puristas
que se irrita con ciertas actitudes del crack del Real Madrid, no siempre
agradan sus declaraciones, se miran con dudas cuando les protesta a sus colegas
dentro del campo. También su modo de festejar resulta un tanto despectivo para
con sus compañeros.
Saca de quicio cómo se para al
patear los tiros libres -e incluso se cuestiona su efectividad en ese aspecto-,
posiblemente la crítica más acertada que pueda hacerse es que su juego, por más
vistoso y efectivo, no hace mejores a los demás futbolistas de su equipo. Es
una evolución personal, un crecimiento hacia adentro.
Sin embargo, durante lo que va de
temporada no ha habido otro jugador que haya sacado tantas ventajas, que haya
logrado tanto desequilibro personal, ni explotado tan a fondo y con tanta
persistencia su alto nivel. Es, por escándalo, uno de los hombres más rápidos
de la historia del fútbol, un atleta que avanza prácticamente a la misma
velocidad con y sin pelota.
Tiene lectura de los espacios, tiene
una capacidad de definición envidiable, un salto suprahumano, un cabezazo
letal.
Es cierto, hay un factor que ayuda a
la evaluación, y es la ausencia de Messi en cancha por sus lesiones. Pero
cuidado, no es cierto que CR7 sea el mejor durante estas semanas sólo porque el
argentino está sentado en la enfermería. No es así, incluso antes de su lesión,
Leo no venía rindiendo en el pico de su rendimiento.
Lo preocupante, en todo caso, no era
su falsa sequía goleadora agitada por la prensa, sino cierta limitación
-posiblemente física- que impedía verlo en su total dimensión.
Uno tiene su subjetividad y sus
simpatías, incluso, sus preferencias, el mejor momento de Messi para mí es
superior al mejor momento de Cristiano; pero este momento del portugués, que
posiblemente encuentre sus orígenes a comienzos de año, es muy pero muy
superior al momento de Leo en la presente temporada.
Hasta los que crean que es el
personaje antipático de esa rivalidad futbolera deben admitirlo, en el balance
desde enero hasta hoy, Cristiano ha sido más.
Además, a mi gusto el portugués ha
evolucionado técnicamente, es difícil de notar cuando el nivel general es tan
alto, pero hay detalles.
Mejoró su tiro de pierna izquierda,
mejoró su definición con cara interna, mejoró sus diagonales en busca del arco,
mejoró su repentización, su control... Nada es mucho mejor, pero la suma de las
pequeñas improvisaciones generó una virtud superadora.
Para colmo, apareció cuando tenía
que aparecer -otra costumbre que parece andar tomando- para que los diarios del
planeta vuelvan a hablar de él, para alcanzar a Pauleta como el goleador de su
Selección (10 de los 47 goles que convirtió con esa camiseta los hizo este
año), para llegar a los 66 goles en 2013 (incluyendo 36 en Liga y 14 en
Champions, -¡8 en cuatro partidos!- en la presente edición).
Ya viene la entrega del Balón de
Oro, ese premio del que Cristiano asegura no vivir pendiente, aunque muchas
veces demuestre lo contrario. Le pese a quien le pese, no parece haber un
candidato mejor.
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