El “Pep Guardiola” de Florentino
Zinedine Zidane se estrenará al frente del banquillo del Real Madrid |
Desde
las lágrimas de Rafa Benítez en el día de su presentación se sabía que tenía
las jornadas contadas. El vigésimo primer entrenador del Real Madrid en las
últimas dos décadas, tuvo que saber que llegaba al club de sus amores con más
probabilidades de fracaso que de éxito.
El
equipo de Chamartín es una trituradora de directores y de ello no se salva ni
un técnico que jugó y dirigió en la cantera, y que reivindicó ese pasado el día
de su introducción. De eso, tampoco se preservan las viejas glorias.
Benítez
no tardó en entender que llegaba al equipo porque lo quería el presidente del
club Florentino Pérez, y supo desde muy temprano que el plantel aún no entendía
la decisión del gobernante de prescindir del estratega italiano Carlo
Ancelotti.
Desde
la primera fecha, en la visita al Molinón de Gijón, la prensa que cubre al Real
Madrid ya conocía que no había buenas sensaciones entre el plantel y el técnico
madrileño. No había pasado ni una jornada de la Liga y la lista de errores
parecía iniciarse.
El
resbalón no fue el pronto distanciamiento con el grupo. El error era pensar que
Benítez era la solución para el problema. La dificultad arrancaba con él, pero
no era provocada por Rafa. Ni siquiera era el origen de los males. La
inestabilidad deportiva del club que más copas europeas ha ganado en la
historia tiene nombre y apellido: Florentino Pérez.
Él
y quien le haya dicho que, por ser presidente de un club gigantesco, conoce de
fútbol. No era Benítez la solución y contratarlo se convirtió en un problema.
Ahora
el Real Madrid está a merced de la experiencia del francés Zinedine Zidane como
entrenador, que se resume en: una temporada completa como asistente de
Ancelotti y 18 meses con el Real Madrid Castilla. Tres de ellos sin sentarse en
el banquillo, por no contar con el carnet de entrenador avalado en España.
Sin
embargo, todos, absolutamente todos, deben inclinar la cabeza y bajar la mirada
en el vestidor “blanco” ante el nuevo amo del feudo. Hasta Cristiano Ronaldo
sabe que el tipo que estará enfrente tiene un historial absolutamente pulcro,
comprometido, victorioso y consolidado con trofeos, más allá de aquel pasaje
funesto en la Final
del Mundial de Alemania 2006, con aquel cabezazo al italiano Marco Materazzi.
A partir de ya deberá
ser un “médico de cuerpos y almas”, como tituló Taylor Caldwell. Tendrá que
humanizar a los dioses del olimpo madridista (Cristiano, Bale, Benzema),
identificar a aliados genuinos (Kroos, Modric, Ramos, Pepe, Marcelo) y
abofetear a indecisos (Isco y James).
A este Real Madrid se
le resucita en el pizarrón y en el trabajo diario, a algunos con halagos y a
otros con látigo. Zidane lo sabe, porque fue uno de ellos.
“Harry Potter” (como le
llaman a Zinedine en el mundo futbolístico) no tiene tiempo. Las manecillas del
reloj de las exigencias caminan en sentido contrario. No tiene otra, debe
construir sobre ruinas. Cierto es que está vivo en la Liga, y en la Champions,
la Roma no debería intimidarle. Pero en la cancha aburre, angustia y enfurece.
Zidane se sabe
intocable. Momentáneamente. Tiene en sus manos a los jugadores, que ahora deben
corroborar que Benítez era el culpable. Y tiene en sus manos a Florentino, que
lo elige más convencido que convincente.
Las circunstancias bendicen a los “merengues”. Reciben este sábado al
Deportivo La Coruña en un mes de enero que no es muy duro en el calendario. “Zizou”
fue parte de los mejores momentos del credo madridista: ganar, gustar y golear,
tres verbos que últimamente se convirtieron en trabalenguas para la hinchada
“blanca”.
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