La Serie de los bostezos
Ni la conga levanta la temperatura en el "Guillermón Moncada" santiaguero. Foto:Guibert |
Miércoles en la
tarde, me decido a sentarme frente a la TV para disfrutar de un partido de
béisbol entre Matanzas y Villa Clara, correspondiente a la segunda etapa de la 56
Serie Nacional de Béisbol.
Realmente, no hay
nada en juego salvo el orgullo, si acaso. No falla la ley: “Lo que mal empieza, mal
acaba”, y la pelota cubana ha interiorizado cada una de las letras de esta.
Mientras avanzaban los innings sentí añoranza
por los choques Industriales-Santiago de Cuba que –al menos por ahora- no
volverán.
Aquellos Clásicos entre
Leones y Avispas resultaban el más puro reflejo de la sociedad cubana
transportado a un terreno de béisbol. Las contradicciones históricas,
económicas y sociales de las dos mitades de la isla. Cubanía en toda la extensión
de la palabra. Pero eso ya no es posible.
Ninguno de los dos elencos
escapó a la debacle que sufre el principal pasatiempo de la Mayor de las
Antillas. ¿Qué incentivo puede tener un torneo que, desde hace un buen rato, tiene
definidos los equipos que se quedarán con los boletos de postemporada?
Mucho antes de la
obligatoria pausa por el fallecimiento del Comandante en Jefe Fidel Castro, se
sabía que Matanzas, Ciego de Ávila, Granma y Villa Clara avanzarían a las
semifinales. Nada de suspenso ni emoción.
“Tú
no escribes de pelota”, me criticaban hace poco. Y yo me pregunto qué más se
puede decir de un certamen en el que, hace una temporada, un hombre (que ya no
deambula por las calles de Cuba) promedió .500 de average ofensivo. Y para los
que intuyen a quién me refiero, saben muy bien que, en la MLB, cuando se le dio
la oportunidad de jugar solo bateó para la mita de eso.
Un
torneo donde un equipo ganó 42 y perdió solo tres veces en una etapa, con
average colectivo de .336 y OPS de .890. Números que bien podría firmar mi
primo cuando juega MVP en la Xbox, y con la dificultad en Pro, porque si lo
pone en All-Star ni siquiera podría amasar estos dividendos.
Víctor
Mesa decía en los días previos al Juego de las Estrellas (mitad de temporada) que
la Final bien podría ser entre Cocodrilos y Tigres, “porque son los dos equipos
más estables del país en la actualidad”.
Y
no es que el manager sea adivino ni nada que se le parezca. Hace rato que los
cuatro estrategas que estarán en las “semis” saben a quienes van a pedir para
reforzar sus elencos para la post-temporada. La Serie da para eso.
Soluciones
se han planteado muchas, pero la que realmente va a ayudar es el cambio de la filosofía
deportiva en la isla caribeña. De lo contrario, olvídense de un torneo de categoría
y prepárense para continuar entre bostezos.
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