¿Será que ya no nos interesa el béisbol?
El cercado perimetral del Parque de los Muñequitos está totalmente destruido Fotos: Jorge Luis Guibert |
He
perdido la cuenta de la cantidad de trabajos -leídos y redactados- con respecto
a la pobre realidad de nuestro pasatiempo nacional. Hemos llorado, criticado,
maldecido, aportado posibles soluciones e incluso algunos han dado la espalda
al béisbol, en claro gesto de “tirar la toalla” ante la baja calidad de la pelota que se juega actualmente en la Mayor de las Antillas.
Uno
de los debates más recurrentes es el de las condiciones de los estadios y
terrenos para la práctica de este deporte en todo el país. Sé de algunos
ejemplos dignos de resaltar, donde –a pesar de las muchas carencias- echan
rodilla en tierra para que los atletas (en la categoría que sea) puedan jugar
con las condiciones mínimas necesarias.
La
calidad de los campos de béisbol acarrea tanta importancia, que hasta influye
en la satisfacción que sienta el aficionado en asistir a la instalación. Incluso,
en el caso de los niños que comienzan a formarse como futuros peloteros,
conozco buenos prospectos que se han desencantado por la escasa calidad de un terreno
de juego. Y hasta los padres los han secundado, por algo tan sencillo como la ausencia
de gradas para ver jugar a sus hijos.
Al
pasar por el beisbolito ubicado en la avenida René Ramos Latour, de la ciudad de
Santiago de Cuba, conocido popularmente como Parque de los Muñequitos, uno se
pregunta: ¿Al cubano no le gusta ya la pelota? ¿Estaremos perdiendo el béisbol?
Si
usted siente el deporte, le gusta, lo apasiona, tiene que sorprenderse ante la
deplorable condición de una instalación en la que se formaron varios de los
peloteros que han puesto a vibrar las gradas del “Guillermón Moncada”.
No
son pocos los que dieron allí su primer hit,
en un templo donde hoy el deterioro ha derrumbado la cerca protectora y amenaza
con destruir lo que queda de los banquillos y el muro perimetral.
El campo necesita una pronta restauración |
Pero
no solo es este terreno el que sufre de la desatención. En el combinado
deportivo Cuqui Bosch, del reparto Ampliación de Terrazas, donde se ubica otro de los emblemáticos terrenos para dar los primeros pasos en la práctica del béisbol, las condiciones también dejan mucho qué desear, con el techado de los dogouts “desaparecido”, las gradas casi
extintas y el cercado con más agujeros que un colador.
Y
si esto anda así con dos instalaciones ubicadas en la cabecera provincial, me
surge la duda de cómo andarán otras en los diferentes municipios de la
provincia.
Corregir
esa situación presupone ordenar, exigir y controlar lo que es un servicio para
el pueblo, porque en terrenos como esos beisbolitos es donde surgen varias de
las figuras que luego llenan los estadios con sus batazos.
No
creo que darles las condiciones necesarias requieran de las grandes sumas que
demandan otras donde sí imperan diversos requisitos para albergar competiciones
nacionales. Tal vez, más que un amplio despliegue de recursos, se trate de amor
por el deporte, de mucha vocación, de entrega.
Podemos tener atletas contratados, recursos
financieros, posibilidades de obtener implementos, incluso, una buena
estructura de la Serie Nacional (que ahora mismo no creo que la haya); pero si
no hay deporte en la base, si pasan estas cosas en medio de la ciudad, delante
de nuestros ojos, no podremos aspirar a los grandes resultados en las
principales lides competitivas, que ahora exigimos y añoramos.
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