Messi derrumbó el paraíso blanco (+video)
Messi celebró por todo lo alto el gol que decidió El Clásico. Foto: elpais.com |
Ante todo, me pongo
de pie para aplaudir el espectáculo que nos regalaron ayer los dos mejores
equipos del mundo futbolístico (póngalos en el orden que más le plazca), más
allá del final fatídico que pudo significar el gol de Leonel Messi para la
fanaticada “blanca”.
Cuando Sergi Roberto arrancó con toda la cancha
por delante, la vista se me convirtió en un radar para detectar qué tan mal
parada estaba la defensa del Madrid y –sobre todo- en qué lugar del campo se
encontraba Messi. Porque de algo sí estaba seguro, de una forma u otra la
jugada iba a morir en los pies de “La Pulga”.
Esa última jugada va a martillear los pensamientos de
cada madridista durante varios días, que ya celebraban un merecido empate, gracias
al excelente gol anotado por James Rodríguez, para igualar la genialidad de
Ivan Rakitic.
Pero no podemos olvidar
que esto es fútbol. El único deporte que acostumbra a meternos en una montaña
rusa en la que las subidas y bajadas son tan brutales que terminan por
convertirte en esclavo de tus emociones.
Cuando la noche se
encapotaba en Madrid, el equipo “merengue” levantó un partido que estaba cuesta
abajo y sin frenos por el resultado (1-2), que se unía a la rigurosa expulsión
de Sergio Ramos.
Con 10 en el campo y
todo en contra, ese ADN del Madrid que lo convierte en un club único remontó hasta
lograr lo que parecía más difícil. Incluso, con 2-2 los hombres de Zinedine Zidane
se fueron a por la victoria en un alarde de osadía, y ese fue su mayor error.
Cuando se juega sin
ortodoxia, los partidos los gobiernan los mejores. Cuando un equipo no manda
sobre el otro en virtud de la táctica, de una buena organización, de un sistema
colectivo, es el talento individual el que dicta las leyes.
Madrid y “Barça” se
molieron a golpes, como dos pesos pesados que buscan acabar el combate en la
lona. Al punto de terminar con los dos porteros convertidos en héroes. Por ahí
pudo haber ganado cualquiera. Tal vez, en ese barro del ida y vuelta, el Madrid
se mueve como nadie. Pero apareció Ter Stegen como luego surgió Keylor Navas
ante la artillería “azulgrana”.
Messi derrumbó el
paraíso blanco. De hecho, si él no hubiese jugado el Madrid habría ganado
fácil.
En el Real faltó cabeza
para dar trascendencia y valor al empate, que era mucho. Tan es así que la
carrera de Sergi Roberto, en la última jugada, fue hasta cómoda. Nadie asumió
la responsabilidad de hacer la falta que pedía el “Bernabéu” entero.
El “Barça”, como no le
quedaba otra, se fue arriba. No tener que pensar le facilitó las cosas. Eso y
tener a Messi. Leo no paró hasta no escuchar la campana que daba por finalizado
el duelo y dejaba la Liga en vilo hasta el final de temporada. Ahora es que
esto comienza.
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