Tuve suerte de batear por donde no había nadie






Modesto, decidido, como siempre le ha caracterizado, así se presentó a dialogar con este redactor Orestes Kindelán, quien es considerado por muchos –y me incluyo- el bateador más grande de la pelota cubana.

El León de la Montaña, como se le conoce, fue seleccionado hace pocos meses para formar parte del Salón de la Fama de la pelota cubana. Una noticia que alegró a varios en la isla. Un reconocimiento más que justo, porque el “Kinde” se lo ganó, como se dice popularmente, “a base de palos”.
-¿Cuál fue tu reacción al conocer que te habían elegido para el Salón de la Fama?
-Me sentí afortunado, porque pensé en todos los buenos peloteros que han pasado por la pelota revolucionaria y, de todos ellos, me eligieron a mí entre los primeros. Creo que hay muchos que deben estar, tuve la oportunidad de coincidir con varios que han hecho méritos para ello. Espero que se mantengan justos a la hora de las votaciones y otros que lo merecen también sean exaltados.
-Se habla de la posibilidad de que regreses al cuerpo técnico de las Avispas. ¿Tienes planes de entrenar al equipo santiaguero?
-Ahora mismo estoy al servicio de la Comisión Nacional, aunque me gusta apoyar en la formación de los pequeños de la categoría 9-10 años en el combinado deportivo Cuqui Bosch.
“Es cierto que la comisión santiaguera ha tenido algunos contactos conmigo para solicitar mi ayuda con los muchachos del equipo, y en los que los pueda auxiliar, lo haré; sin embargo, mis planes son los de trabajar en una ayuda técnica fuera del país. Ya estuve un año en México, pero por razones personales no pude finalizar mi tiempo allá.
“Quisiera poder llevar a países hermanos mis conocimientos y promover los valores del deporte cubano”.
-El béisbol en Cuba no pasa por sus mejores etapas. ¿A qué crees que se deba esto?
-Hay que tener en cuenta que la vida y los intereses de las personas han cambiado con respecto a la época en la que yo jugaba. A veces se toman algunas decisiones que afectan a determinados peloteros y estos a su vez adoptan posturas que no son las mejores.
“Soy de los que piensa que al atleta se le debe apoyar al máximo. La vida cada día es más complicada y los jugadores no estamos exentos de las carencias. Tenemos los mismos problemas en casa como cualquier ser común y eso afecta la concentración y la dedicación que requiere la preparación del deportista.
“Estas contrariedades hacen que los deseos de jugar y entregarte por la camiseta mermen. Entonces empiezan los disgustos y los peloteros que tienen talento no lo desarrollan. Si a eso le sumamos el oficio que han ganado los rivales en los últimos tiempos, fácilmente podemos percatarnos por qué nuestro béisbol ha quedado en desventaja”.
-¿La pelota que se juega ahora es superior a la que practicaste?
-No lo creo. El béisbol siempre ha sido el mismo. Claro, no se puede negar que los contrarios tienen un poco más de calidad y eso conlleva a que se equivoquen menos y se nos haga más difícil vencerles.
“Durante la Serie del Caribe escuché por la televisión varios comentarios de que en mi época no se jugaba a la pelota, que ahora sí estábamos frente a equipos buenos.
“Eso no es así, nosotros nos enfrentamos a jugadores que en sus tiempos brillaron en Grandes Ligas. Los enfrentamos en más de una ocasión y los resultados casi siempre fueron favorables. Nadie puede dudar del talento de hombres como Omar Linares, Antonio Pacheco y otros tantos que glorificaron al ‘team’ Cuba”.


-Las Avispas santiagueras están distantes de ser aquella “aplanadora” de la que formaste parte. ¿Volveremos a ver esa maquinaria?
-Eso requiere de mucho esfuerzo y trabajo por parte de todos los implicados. En el equipo hay varios peloteros de calidad, pero para que puedan aportar lo que el grupo necesita, se requiere que el cuerpo técnico encuentre la forma de mezclar la experiencia de los veteranos con el talento de los jóvenes.
“Claro, nada de esto es posible si los muchachos no tienen la disposición de aprender e interiorizar lo que se les enseña. De todas formas, si miramos con detenimiento la Serie Nacional, nos podemos percatar que la mayoría de los equipos están bastante parejos.
“Las deserciones han golpeado considerablemente a nuestro pasatiempo nacional y a casi todos los elencos les cuesta mantener un paso ganador. Es difícil hablar de un dominador, pues si decimos que el más estable en las últimas campañas ha sido Matanzas, también debemos apuntar que no ha ganado ningún título”.
-Algunos se preguntan por qué no esperaste llegar a los 500 jonrones para retirarte.
-Me hubiese gustado arribar a esa importante cifra, pero ya en mis últimos años se me hacía difícil jugar todos los partidos de una temporada. Además llegó el cambio del bate de aluminio por el de madera y para remate la pelota que se usaba era de muy mala calidad, ya que apenas tenía bote. Para que tengas una idea, en mi última Serie el líder en jonrones solo conectó 11.
“Yo no soy de los que piensan que una bola más o menos ‘viva’ demuestra la calidad de un pitcher o de un bateador. Pero en el béisbol moderno, donde la tecnología está al servicio de los atletas y de la realización de un mejor espectáculo, se debe jugar con los mejores implementos”.
-¿Qué piensas que pueda hacer el béisbol para regresar al programa olímpico?
-No creo que la solución sea la de colocar un contador de segundos al pitcher ni la de rebajar la cantidad de innings, porque eso rompería la esencia del juego. Lo que sí necesitamos es que los jugadores sean más activos a la hora de salir y entrar del terreno o cuando ganan una base por bolas.
“Ahora se discute mucho con los árbitros y por todo se disgustan, salen del cajón de bateo o el lanzador comienza a caminar por el box porque no le gustó un conteo. El pitcher debe ser más rápido entre un lanzamiento y otro. Incluso eso los podría ayudar a que los bateadores no se le puedan acostumbrar a sus envíos.
“Todo lo que se haga por regresar al béisbol a los Juegos Olímpicos es poco, pero no debemos permitir que se cambien los atributos esenciales de este deporte tan bello”.
-Algún recuerdo en específico
-Tengo que reconocer que tuve muchos, buenos y malos, pero el Preolímpico de Edmonton, Canadá, en 1995, fue inolvidable para mí.
“Había perdido la titularidad en el equipo nacional, y en más de una ocasión pensé en el retiro. Entonces se me dio la oportunidad de batear como emergente ante Nicaragua, con las bases llenas y debajo en el marcador. Conecté jonrón y a partir de ese día regresé al cuarto turno en la alineación, y en los otros cinco desafíos que efectuamos pegué cuatro bambinazos más”.
-¿Con tantos títulos ganados y torneos en los que participaste, sientes que te quedó alguno en el que te hubiese gustado tomar parte?
-Por supuesto, en el Clásico Mundial. Creo que fue un momento histórico para nuestro béisbol. Eso fue lo único que le faltó a aquel equipo Cuba del que formé parte por varias temporadas junto a muchos de los mejores peloteros que ha tenido la pelota revolucionaria.
El “León” aún ruge desde su montaña, en sus pupilas se puede observar el amor que tiene por la pelota. Por mucho tiempo escuchará los saludos y la devoción de los que se le acercan para estrecharle la mano. Incluso quedarán los que al verlo a la distancia digan: “Ese es Kindelán, el mejor de todos”.

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