Más de lo que yo esperaba


Edilse reforzará al campeón Ciego de Ávila. foto:desdeesteladodelaisla.wordpress.com


Créanme si les digo que no esperaba escuchar a más un pelotero santiaguero en la selección de refuerzos para la segunda etapa de la 56 Serie Nacional de Béisbol.

Siempre confié en que el jardinero Edilse Silva estaba en los planes de varios managers, de los seis que animaron la rifa. Pero como ya es costumbre, este draft no estuvo exento de olvidos sorprendentes y preferencias inexplicables.
Indiscutiblemente, en nuestro principal pasatiempo tener renombre puede influir (aunque no siempre) a la hora de solicitar refuerzos. Y ese –a mi juicio- es el caso del derecho internacional Danny Betancourt.
Los números del lanzador indómito no son de espanto, pero tampoco superan a otros que se quedaron con las ganas de seguir activos en esta campaña, como son el mayabequense Luis Manuel Castro (5-3 y 2,67 con el peor elenco del torneo) y el cienfueguero Norberto González (5-4, 4,33 y, lo más importante, zurdo de los que no abundan en Cuba), por solo mencionar dos.
Danny ganó cuatro juegos (con una lechada incluida), perdió igual cantidad de partidos, salvó dos y tuvo un WHIP de 1,75. El problema es que promedió para más de cuatro carreras limpias por cada nueve entradas (4,58), concedió muchos más boletos que ponches propinados (37 por 23) y los rivales le conectaron casi para .300 (.299).
No sé a ustedes, pero a mí me sorprendió que los renacidos Toros de Camagüey lo llamaran a filas, y en su segundo turno de elección. Imagino que el manager agramontino Orlando González prefiere jugársela con un hombre de sobrada experiencia en estas lides, antes que darle a bola a una figura, como les decía antes, de menos renombre. Buena suerte a ambos.

Danny Betancourt vestirá la franela de los Toros camagüeyanos. Foto:cubadebate.cu

El otro “rojinegro” seleccionado fue Edilse, como era lógico. Buen chance tendrá el espigado pelotero, quien además será el único representante de Santiago de Cuba en el Juego de las Estrellas de hoy sábado, de volverse a coronar con un elenco que no es el de su tierra natal (ya fue campeón con Villa Clara), pues sus servicios los solicitó nada menos que el actual monarca Ciego de Ávila.
Lo de Silva no es casualidad. Sus guarismos son excelentes: promedio de bateo de .363, con 10 dobles y cuatro cuadrangulares. Además, empujó 23 carreras, tuvo un OBP de .466 y en slugging de .503. Solo se le puede señalar que muchas de esas carreras traídas no siempre fueron el momento que más lo necesitaron las Avispas, pero bueno…
Pero la selección de Danny no fue lo único llamativo en el ameno pero atropellado programa (tal vez el poco espacio del set conspiró). Todos sabemos que el béisbol cubano adolece actualmente de bateadores de poder. Entonces me pregunto: ¿Cómo es posible que se desprecie a uno de los líderes de jonrones en esta primera etapa regular?
Sí, me refiero al inicialista matancero, ahora con Artemisa, Yariel Duque. El fornido jugador pegó 10 “bambinazos”, seis dobles, bateó para .318 y tuvo un slugging de .597. Las matemáticas estaban con él, pero tal vez los estrategas se preguntaron por qué Víctor Mesa no lo repescó y prefirió al pinareño William Saavedra. Eso, y poca historia, dejaron fuera de juego a uno de los mejores bateadores de estos 45 juegos iniciales.
Incluso, no faltó nada para que una de las revelaciones de la 56 Serie, el receptor tunero Rafael Viñales (nueve para la calle), se quedara con las ganas, ya que fue el último en subirse al tren de los 30 elegidos.
Es cierto que todos los estrategas prefirieron fortificar sus bullpens y hacerse con los servicios de hombres que –en otras campañas- han rendido como refuerzos. Pero por favor señores: ¿El pinareño Reinier León por encima del guantanamero Georbis Duvergel o el isleño Leonardo Urgellés? ¿El tunero Yordanis Alarcón por delante del industrialista Rudy Reyes o el pinero Dainier Gálvez? 
Menos mal que yo no soy director. Lo mío es escribir estas líneas y pasarles la “bola caliente”. De lo demás se encargará el siempre caprichoso terreno. Allí veremos qué tan acertados fueron los managers.

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