A la espera de esa anhelada crónica


Se extrañan los duelos Santiago-Industriales en los play-off.  Foto:Jorge Luis Guibert


Miraba yo el primer juego de la post-temporada entre los equipos de Matanzas y Granma, y de repente se apoderó de mí una añoranza. En mis más de siete años de graduado nunca he podido redactar una crónica de play-off en los que estén las Avispas.

Y no puede ser de otra forma, porque hace más de ocho campañas que el “Guillermón Moncada” no ruge al ritmo de la conga en la etapa decisiva de una Serie Nacional de Béisbol. Fue por allá, en la lejana temporada 2007-2008, la última vez que la afición santiaguera disfrutó de su equipo en esos cruces que tanta emoción generan.
En aquella oportunidad, el elenco dirigido por el estelar Antonio Pacheco levantó el octavo título de esta provincia, al doblegar en la Final al eterno rival, Industriales.
Después, una serie de acontecimientos, mezclados con algunas decisiones cuestionables y otros detalles han provocado una cadena de malos resultados donde lo único resaltable es la clasificación a una segunda etapa, que en definitiva se cuajó con un octavo lugar.
Sí señores, hay que decirlo así por mucho que duela, las Avispas, hoy por hoy, no forman parte de la élite de la pelota cubana. Ahora bien, tampoco todo está perdido. Hay material humano y talento para salir del bache, y una muestra de esto fue el desempeño en la 57 Serie, donde terminaron en el puesto 10, cuatro escalones por encima de la temporada precedente.
Tal vez le cueste a más de uno asimilar que, a pesar de la aún discreta actuación del equipo de mayores, el béisbol de esta indómita provincia ancle tercero de forma integral a nivel de país, únicamente superado por los territorios que han ganado los dos últimos títulos de los Clásicos domésticos, Ciego de Ávila y Granma, en ese orden.
Los números en ocasiones son muy fríos, pero también es injusto valorar a un deporte por lo que haga un solo elenco. Les pongo un ejemplo. En la etapa más gloriosa del béisbol santiaguero, el de la Aplanadora, en sus dos versiones, los “rojinegros” eras campeones nacionales de mayores y ni se acercaban a esas actuaciones en las otras categorías.
Ahora pasa a la inversa. Los más grandes no logran carburar, pero los sub-23 son doble monarcas, los sub-15 son titulares y las mujeres están entre las cuatro grandes del país. Además, los Pioneriles fueron quintos y los juveniles tuvieron la actuación más discreta, al terminar octavos.
De todas formas, no voy a intentar engañarlos ni me haré pasar por conformista. La pelota tiene una responsabilidad que no comparte con otra disciplina en todo la Isla. Afortunadamente, para algunos, o desafortunadamente, para otros, las cubanas y los cubanos pecamos de medir el éxito deportivo de una provincia por lo que hagan sus peloteros en las Series Nacionales.
Para nadie es un secreto que el corazón de la actividad del músculo en Santiago de Cuba late en las gradas del “Guillermón” y en los hombros de las Avispas descansa el mayor peso de las exigencias de la fanaticada, que no son pocas. 
Por ese motivo, todo lo que se haga en esta “tierra caliente” para mejorar los resultados de la pelota es poco. No podemos olvidar de que se trata del deporte nacional y que en las venas del santiaguero corren, junto a la sangre, la música, el baile y el béisbol. No tengo apuro, estoy seguro que la crónica llegará más temprano que tarde.

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