El béisbol celebrará…al menos un tiempo
Cuba y Korea jugaron la última Final del beisbol olímpico en Beijing '08. Foto: trabajadores.cu |
El béisbol regresará
al olimpismo una vez que se inicie en Tokio, Japón, la edición 32 de la magna cita
multideportiva. Así lo confirmó hace unos días la Asamblea General del Comité
Olímpico Internacional (COI), en su última reunión celebrada durante la
celebración de Río de Janeiro 2016.
Junto al deporte de
las bolas y los strikes retornarán al calendario competitivo en la justa nipona el softbol,
además del kárate, el surfing, el monopatín y la escalada.
Y aunque los amantes del béisbol están de plácemes
con este anuncio, lo cierto es que la felicidad podría durar poco; ya que nada
garantiza que la pelota se mantenga en el panorama olímpico más allá de Tokio
2020.
La
pelota debutó como deporte oficial en Juegos Olímpicos en Barcelona 1992. Antes
se había presentado como disciplina de exhibición en Los Ángeles ‘84 y Seúl ‘88.
Se mantuvo en el calendario en las ediciones de Atlanta ‘96, Sídney 2000,
Atenas ‘04 y Beijing ‘08, pero salió en Londres ‘12 y –como ya saben- tampoco
está en Río.
A
nadie sorprende que el béisbol volviera en Tokio 2020, ya que los organizadores
tienen la potestad de incluir disciplinas que ellos consideren atractivas para
el público, o sea, que reporten dinero en entradas vendidas. Y la pelota es el
deporte nacional de Japón.
Sin
embargo, el horizonte más allá de cita japonesa es sombrío para los jonrones y
los hits. El problema principal es que los torneos carecen de la calidad
necesaria. Seguro que muchos recordamos la época donde el team Cuba hacía –literalmente-
lo que le daba la gana en estos certámenes.
Otro
factor importante es la poca representatividad. Pues las naciones que practican
el béisbol al más alto nivel se concentran en Centro y Norteamérica, y Asia.
A
lo antes mencionado debemos sumarle la duración de los choques, muchas veces
sobre las tres horas, que no lo hacen atractivo a los intereses de la
televisión y, sobre todo, a los jerarcas del olimpismo, en su mayoría
procedentes de países europeos sin tradición en este deporte.
En
Tokio la pelota tendrá un chance de llamarle la atención a los máximos
responsables del COI. El lío es que, para realizar una competencia de calidad
necesita el apoyo de las Grandes Ligas norteamericanas.
Aquí
se complican las cosas, porque los Juegos Olímpicos coinciden en fecha con la
temporada de las Mayores y pensar que la Gran Carpa se detenga por dos semanas
para permitir la participación de sus estrellas en un torneo que nos les reporta
ningún dividendo, es soñar en demasía.
Tampoco
es que sea imposible ver al béisbol en las Olimpiadas del 2024. Actualmente hay
cuatro ciudades que pugnan por organizar el magno evento después de Tokio.
Los
Ángeles, París, Roma y Budapest son las candidatas. Si la elegida es la urbe estadounidense,
la permanencia del béisbol está garantizada por otros cuatro años. Si es Roma,
tal vez, pues en la península italiana se juega bastante pelota hace un tiempo.
Pero si es en Francia o Hungría, olvidémoslo.
No
es que quiera ser pesimista, pero esa es la cruel realidad. El olimpismo y el
béisbol no son precisamente de los que se den la mano con mucha efusividad.
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