Sigue la sequía

Kindelán y Eriberto Rosales tendrán que sacarle más rendimiento a las Avispas. Fotos:Jorge Luis Guibert


Otro año más de espera. Otro año más sin que el “Guillermón Moncada” pueda retumbar en esos partidos de play-off que nos hacen remontarnos a aquellas noches de magia y emoción, con la mítica Aplanadora, en sus dos versiones.


En esta 57 Serie Nacional de Béisbol las Avispas (lugar 11 con 20-23) debutaron con un elenco renovado casi en su totalidad y eso demandaba cautela ante cualquier pronóstico. Tal vez el efecto Kindelán, provocado por ese respeto que irradia uno de los peloteros más emblemáticos que haya tenido la pelota cubana, agitara a los más fanáticos a idear una vía menos empedrada hacia –por lo menos- la fase de los seis mejores.

Incluso, el buen paso que llevó el equipo durante la primera mitad del calendario hizo que hasta los más escépticos se sumaran a la causa. Y puedo asegurarles que hubo dos o tres que pensaron en los posibles refuerzos para la nave “rojinegra”.

Pero llegó aquella fatídica subserie ante los Indios de Guantánamo (penúltimos de la Serie con 14-29) y todo se fue al traste. Los indómitos encadenaron cinco enfrentamientos perdidos al hilo (todos 1-2) y la loza la terminó de poner Las Tunas con un barrida, insisto, más que evitable.

Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuál o cuáles fueron los motivos de la debacle?

Yo les daré mi versión, que no tiene por qué ser la exacta ni la única, pero que debe estar por ahí. Pienso que los muchachos acusaron el cansancio lógico que acumula la preparación para la Serie sub-23, donde hay que incluir la participación en la Provincial, el propio evento para menores de 23 abriles, los entrenamientos para la lid de mayores y los 45 partidos de un torneo corto, pero con muchos kilómetros en pocos días.

Claro, usted puede pensar que los técnicos deben controlar las cargas físicas de los atletas a lo largo de toda la temporada, algo perfectamente lógico, pero eso no importa cuando el cuerpo te dice “basta, estoy exhausto”. Eso, sin mencionar el estrés sicológico que, por mucho que se trabaje con los muchachos, siempre hace sus estragos.

Jugadores como Maykel Castellanos debieron aportar más

Después hay que hablar, por mucho que no me guste hacer leña del árbol caído, de peloteros que debieron aportar mucho, pero mucho más. Y sí, por qué no llamarlos por sus nombres, me refiero a algunos de los más experimentados de la nómina.

En un torneo donde se batea cómodo, sin lanzadores que superen las 90 millas, donde muchos solo saben tirar rectas y algún que otro rompimiento, hombres como Edilse Silva, Maykel Castellanos y Adriel Labrada no pueden promediar por debajo de .260. Ninguno fue líder del elenco en algún departamento ofensivo y casi siempre ocuparon turnos neurálgicos en la alineación.

Para que tengan una idea. El joven Dasiel Sevila, que fue utilizado como segundo en el line-up, fue más efectivo que todos ellos con corredores en circulación y, por ende, produjo más carreras. Solo Gelkis Jiménez, el mejor bateador del equipo en el campeonato, se salva de la quema entre los bateadores más experimentados.

El aporte de los más curtidos es vital. Si no me creen, échenle un vistazo a los equipos cimeros y vean quiénes son los cabecillas de cada uno de esos conjuntos.

Y finalmente, hay que hablar de los números colectivo de las Avispas. Una ofensiva de .268 (la media de la Serie es de .283), que los ubica en el lugar 14 entre los 16 contendientes; un pitcheo que mostró efectividad de 3,92 (4,47), quintos; y la tercera peor defensa del campeonato, con .968 (.975), demuestran a las claras que los santiagueros no hicieron las cosas del todo bien.

Curiosamente, los lanzadores, que estaban etiquetados de ser el eslabón más débil del conjunto, fueron lo mejor y en muchas ocasiones perdieron juegos inmerecidos por culpa de los errores defensivos y del bateo inoportuno. 
Habrá que esperar a que se concluyan los partidos suspendidos (“Santiago” juega hoy el doble contra Pinar del Río) para saber en definitiva en qué lugar cerrarán los “rojinegros”. Pero algo sí nos quedó claro en esta edición: hay talento para seguir esperanzados con un renacer. Lo malo es que tendremos que esperar, al menos, un año más.

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